El término de «patología» aplicado en arquitectura y construcción a las estructuras, hace referencia a los procesos de degradación que afectan a los materiales que las componen. Esa degradación puede darse en cualquier momento del ciclo de vida de dichas estructuras o de los edificios a los que sostienen. Y esas patologías pueden producirse por factores naturales o por interferencia de agentes externos imprevistos.

Los deterioros que producen estos procesos patológicos se denominan lesiones y pueden clasificarse, según su origen, en físicas, mecánicas y químicas. Veamos en qué consisten:

Lesiones físicas: se producen por la acción de fenómenos ambientales o agentes físicos como el agua, las heladas, el viento y los cambios de temperatura. Las lesiones físicas pueden ser superficiales o profundas, e incluyen la erosión, la desagregación y la abrasión.

Lesiones mecánicas: se ocasionan con el agotamiento de la capacidad de resistencia del material a las acciones para las que se había calculado. Estas lesiones se evidencian en grietas, fisuras y deformaciones. Sus causas son las sobrecargas, las vibraciones, la fatiga, los asentamientos diferenciales o las deficiencias en la ejecución de la construcción.

Lesiones químicas: son producto del efecto de elementos químicos como sales o ácidos en contacto con los materiales que componen las estructuras y los edificios. Estos productos químicos provocan corrosión, carbonatación y otras formas de descomposición y deterioro que alteran la estructura química y/o física del material.

La detección temprana de las lesiones patológicas en las estructuras mediante la inspección periódica, así como la implementación de medidas preventivas y correctivas, es crucial para garantizar su estabilidad y prolongar su vida útil.

Por Jean Carlos Soto, ingeniero estructural sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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