Edward Morse creó y patentó el sistema de muros Trombe en 1881, aunque no se utilizó en la arquitectura de las viviendas hasta la década de 1960. Se trata de un sistema estacionario de captación solar pasiva, consistente en una capa de vidrio sobre una pared orientada al sur o al oeste, con unos 10 cm de separación, de manera que forman una cámara similar a un invernadero en el edificio. La parte exterior e interior, y superior e inferior del muro y la cristalera, presentan unas aberturas que se abren o se cierran para controlar el flujo del aire. Para mayor eficiencia en la captación solar, el muro debe ser de color oscuro.
Durante el invierno, el muro Trombe calienta la vivienda gracias al calor de la radiación solar, a través de la pared opaca, del mismo modo que se aprovecha a través de los cristales de las ventanas. Las aberturas superiores e inferiores de la cámara permanecerán cerradas.
En cambio, durante el verano, el muro Trombe ayuda a mantener el interior fresco. Para ello es necesario cerrar las rejillas del interior de la cámara y abrir las del exterior. Así, el sistema funciona como una fachada ventilada. Evacúa el calor recibido por convección, con la circulación del aire en sentido vertical.
Este sistema, combinado con otros recursos de arquitectura como el control solar por medio de aleros o voladizos, o el uso de láminas absorbentes de alto rendimiento y vidrios de baja emisividad, permiten optimizar el sistema.
La arquitectura con muros Trombe permite aprovechar la luz natural para mantener en el interior de los inmuebles una temperatura estable tanto en verano como en invierno. Sus principales beneficios son el escaso mantenimiento que requiere, la mejora del confort en interiores y el ahorro energético en su climatización.
Por Raúl Soriano, modelador sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic