Ante el desafío del cambio climático y las olas de calor, ciudades de todo el mundo implementan estrategias innovadoras para transformar sus entornos urbanos en lugares refrescantes. Una de las claves de esta estrategia es la de la expansión de las áreas verdes y los parques urbanos. Estos espacios naturales, o naturalizados, además de ofrecer áreas de recreación a los ciudadanos, absorben el calor y reducen así las temperaturas locales.

Otra estrategia prometedora es el uso de materiales reflectantes y/o permeables en la construcción de edificios y calles. Estos materiales ayudan a reducir la acumulación de calor y permiten una mejor gestión del agua.

Por su parte, la movilidad sostenible también desempeña un papel fundamental. Algunas ciudades amplían sus redes de transporte público, fomentan el uso de bicicletas y favorecen la movilidad eléctrica. Estos esfuerzos no solo reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que disminuyen también las fuentes de calor al retirar de las calles los motores de explosión de los vehículos convencionales.

La tecnología también es un elemento crucial en esta transformación. Techos verdes, pavimentos inteligentes y sensores de temperatura en tiempo real son solo algunas de las herramientas que se utilizan para monitorear y combatir el calor en las áreas urbanas.

Las temperaturas aumentan, como de hecho confirman los científicos: según datos de la NASA, el mes de julio de 2023 fue el más caluroso desde que se tienen registros. La adaptación de las grandes ciudades a estos rápidos cambios se convierte en una prioridad global. Pero esta carrera hacia ciudades más frescas y habitables no solo aborda los desafíos actuales, sino que sienta también los fundamentos de un futuro más sostenible y resiliente.

Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic