«Una ciudad autosuficiente diseñada para hábitat extremos»; así presentan el proyecto, al que denominan Ciudad Biotecnológica, los responsables del estudio de arquitectura ON-A con sede en Barcelona, España. O también, de otra forma, «una ciudad autónoma que combina el diseño de vanguardia con la vida sostenible». Lo primero que llama la atención del diseño urbanístico de este proyecto, es que se encuentra reducido al espacio que protege una cúpula gigantesca, tan extensa como la ciudad misma, hasta tal punto que nos lleva a afirmar que se trata de una ciudad bajo una cúpula. Tras el meticuloso e historiado proceso de diseño que llevó a cabo el estudio de arquitectura, la cúpula alcanzó su forma definitiva mediante una concatenación de polígonos hexagonales. Veamos pues cuál fue ese proceso de diseño.
Según informan los arquitectos de ON-A, todo partió de un círculo, una forma que «permite multidireccionalidad, adaptación flexible, utilización optimizada del espacio y circulaciones internas fluidas». Desde ese punto de partida, el diseño arquitectónico dio un paso adelante con la simple elevación del punto central, de manera que se formó la versión más sencilla imaginable de cúpula. Al fin y al cabo, la estructura con forma de domo, advierte el estudio de arquitectura, «tiene el propósito conceptual de ofrecer protección, simbolizar la armonía con la naturaleza y fomentar un sentido de unidad y comunidad». Así pues, justificada la cúpula, debemos seguir ahora con su forma, en un nuevo párrafo.
El estudio de arquitectura se inspiró en los llamados diagramas de Voronoi (también conocidos como polígonos de Thiessen o teselación de Dirichlet) para el siguiente paso. Los diagramas de Voronoi, en matemáticas, son resultado de un método de interpolación mediante el cual, a partir de un conjunto de puntos, se trazan las mediatrices de los segmentos de unión, cuyas intersecciones designan una serie de polígonos con perímetro equidistante de los puntos vecinos (véase el diagrama). Pues bien, además de dicha inspiración, el estudio de arquitectura eligió el hexágono como el polígono recurrente para darle una forma característica a la cúpula. Así, el diseño proporciona «un entramado de doble uso, el cual permite la entrada de luz natural y da forma a calles y plazas».
Ahora, el diseño de la Ciudad Biotecnológica da un salto, un punto y aparte, y hace acopio de un nuevo atributo: el «grosor». Los lados de los hexágonos se prolongan verticalmente, desde la parte superior de la cúpula hasta el suelo. De nuevo, en palabras de sus arquitectos, «su considerable grosor transforma la cúpula en un edificio multifuncional, (…) un cautivador centro urbano interconectado con vibrantes espacios naturales en su parte inferior». Por fin, tenemos una inmensa cúpula, tamaño ciudad, calada de grandes vanos hexagonales. Con ello, hemos alcanzado el diseño definitivo del continente de la Ciudad Biotecnológica. Pasemos ahora, siquiera brevemente, en nuevo párrafo, a su contenido.
Según el diagrama que proporcionan sus arquitectos, la Ciudad Biotecnológica se divide según los usos de los edificios y espacios. Así, desde una plaza central, cuya situación coincide bajo el cenit de la cúpula, se irradian hacia el perímetro diferentes espacios funcionales. El conjunto incluye estaciones de tren de tipo hyperloop, zonas de producción de energía eléctrica (incluidos extensos paneles solares y turbinas de viento), áreas residenciales y de oficinas, zonas verdes, espacios dedicados a la educación, a la salud, a la tecnología y la informática, a los medios de comunicación… La lista comprende todo lo que podemos imaginar que necesita una ciudad. Hagamos aquí punto y aparte y veamos algunos detalles que justifican el apellido que relaciona a la biotecnología con esta ciudad.
Los arquitectos de ON-A citan su colaboración con BIOO, «compañía biotecnológica líder en la convergencia de naturaleza y tecnología verde», para explicar la cuestión. Gracias a ese trabajo conjunto, ambos estudios redefinen «los límites de la sostenibilidad y la eficiencia energética en el diseño urbano». Así, por ejemplo, su idea es la de aprovechar la fotosíntesis de las plantas y las «pilas de combustible microbianas» (sistemas bio-electroquímicos que generan energía eléctrica a partir de la interacción de bacterias), para crear un entorno que «no sólo se integra en la naturaleza, sino que también genera energía de forma sostenible».
Por fin, en este último párrafo, nos hacemos eco de la cuestión de la adaptabilidad «a los retos de los climas extremos» de la Ciudad Biotecnológica. Así, y gracias a su diseño a partir de espacios hexagonales, la ciudad «adopta configuraciones abiertas», francas a la ventilación natural, en los climas templados. En cambio, en las regiones áridas, la ciudad se protege del calor solar mediante «estructuras opacas». Para las regiones frías o muy frías, finalmente, la ciudad se aísla de la climatología mediante cubiertas transparentes que permiten el paso de los rayos del Sol.
Aunque es evidente el carácter utópico del proyecto de Ciudad Biotecnológica de ON-A, una parte de nosotros nos dice que es posible, desea incluso que sea posible. En todo caso, dado su interés desde el punto de vista del diseño, y también como plan urbanístico, se justifica perfectamente que le dediquemos este espacio. ¿O acaso no es así? Nos alegramos de que lo disfrutéis.