El concepto de «demanda inducida» es fundamental para comprender la dinámica del tráfico rodado en las grandes ciudades. Dicho concepto hace referencia al incremento del uso de infraestructuras viales como resultado de aumentos de su capacidad mediante la construcción de nuevas carreteras o la ampliación de las existentes. A primera vista, parece que la mejora de las infraestructuras viales resolverá los problemas de congestión. Sin embargo, la realidad es más compleja.
Cuando se amplían las carreteras o se construyen nuevas vías, como por ejemplo las de circunvalación de las grandes ciudades, inicialmente se observa una mejora en el flujo del tráfico. Sin embargo, esta mejora suele ser temporal. Esa capacidad de tráfico aumentada en una vía atraerá a aquellos conductores que antes la evitaban debido a la congestión. Además, personas que anteriormente utilizaban otros medios de transporte, como el transporte público, la bicicleta o que incluso caminaban, optarán ahora en algunos casos por usar el coche. Por último, la mejoría inducirá también en otros casos a la realización de viajes que antes se descartaban debido a las malas condiciones del tráfico.
Las vías de circunvalación, diseñadas para desviar el tráfico del centro de las ciudades, ejemplifican bien este fenómeno. Un caso notable es el de la M25 en Londres, Reino Unido. A pesar de ser una de las circunvalaciones más grandes del mundo, ha sufrido congestión continua debido a la demanda inducida. Otro ejemplo es el Boulevard Périphérique en París, Francia. Este, a pesar de las mejoras, no deja de ser una de las carreteras más congestionadas de Europa.
Para mitigar los efectos de la demanda inducida, es fundamental adoptar una estrategia integral. Invertir en transporte público eficiente y atractivo reduce la dependencia del automóvil. Implementar políticas de uso del suelo que promuevan desarrollos urbanos densos y multifuncionales cerca de centros de transporte público también es crucial. Además, la tarificación vial, que desincentiva el uso excesivo de las carreteras en horas punta, y el uso de tecnologías avanzadas para gestionar el tráfico, ayudan a mantener una circulación de vehículos más fluida y sostenible.
Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic
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