Los videojuegos de diseño y construcción de ciudades han transformado conceptos complejos de planificación urbana en experiencias lúdicas accesibles. Lo que comenzó como mero entretenimiento se ha convertido en un espacio de experimentación donde los jugadores descubren, casi sin darse cuenta, los fundamentos del urbanismo y el desarrollo urbano.

SimCity (1989): los cimientos digitales del urbanismo

El revolucionario juego de Will Wright creó un género y estableció el lenguaje visual para entender las ciudades. Introdujo la zonificación como un puzle, aunque de forma simplificada, con áreas residenciales, comerciales e industriales. Los jugadores aprendían, mediante ensayo y error, que ubicar fábricas cerca de viviendas, por ejemplo, generaba contaminación y problemas de salud.

Además, el juego destacaba la importancia de la infraestructura como sistema nervioso urbano; dicho de otra forma, que las redes eléctricas, las tuberías de agua y las carreteras son interdependientes. Las emergencias, como incendios o inundaciones, funcionaban como pruebas de estrés para evaluar la resiliencia de cada diseño.

Sin embargo, esta primera generación de simuladores presentaba una visión limitada, donde el jugador actúa como un planificador omnipotente, sin considerar la participación ciudadana.

Skylines (2015): la simulación alcanza la mayoría de edad

Con Skylines, Paradox Interactive mejoró el realismo del género. Implementó un sistema de tráfico detallado que simulaba el comportamiento de cada vehículo y peatón, y obligaba a los jugadores a diseñar redes viarias jerárquicas y sistemas de transporte público integrados. También introdujo una economía urbana multifactorial que reflejaba los dilemas reales de los gobiernos locales, para la cual era necesario equilibrar impuestos, subsidios e inversiones a largo plazo. Además, incorporó elementos de sostenibilidad, como el concepto de contaminación acústica o la gestión de residuos, capas de complejidad ausentes en los títulos clásicos.

El valor educativo de los simuladores urbanísticos

Estos juegos enseñan con un método imposible en la vida real: el error sin consecuencias. Los jugadores pueden experimentar libremente: construir ciudades sin zonas verdes, por ejemplo, y observar su impacto en la salud; o diseñar sistemas de transporte ineficientes que colapsan la economía; o probar diferentes diseños de intersecciones hasta encontrar la solución adecuada. Ese método produce una comunidad de aficionados que comprenden intuitivamente conceptos urbanísticos como la relación entre densidad y transporte público, el efecto de las zonas de uso mixto en la vitalidad urbana o las contrapartidas entre expansión horizontal y crecimiento vertical.

Más que juegos, herramientas de pensamiento

Los simuladores urbanos modernos no reemplazan los estudios académicos, pero han democratizado el acceso al pensamiento urbanístico. Al convertir conceptos abstractos en experiencias interactivas, logran que millones de personas reflexionen críticamente sobre cómo se construyen, diseñan y mantienen las ciudades reales. De esa manera, los simuladores urbanos se han convertido en aliados inesperados de la educación cívica.

Por David González Molina, gestor BIM en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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