Es tanta la fascinación que produce, que resulta difícil decidir por dónde empezar a hablar de Las Casas Filipinas de Acuzar. Se trata de un hotel resort que parece más un pequeño pueblo o una aldea que uno de esos complejos turísticos de playa a los que estamos acostumbrados. Os proponemos empezar por la geografía, es decir, por su situación en el mapa.

Las Casas Filipinas de Acuzar ocupa un terreno de unas 400 ha junto al mar, en la desembocadura del —humilde— río Umagol, en la localidad de pescadores de Bagac, provincia de Bataan, en la confluencia de las faldas de los volcanes extintos Mariveles (al sur) y Natib (al norte), en la parte occidental de la isla Luzón, la mayor de las que forman la República de Filipinas. Así, una vez situado geográficamente, si queremos saber más de este hotel-resort-pueblo, será del todo inevitable referirse a un hombre: el «magnate inmobiliario José “Jerry” Acuzar».

Acuzar compró el terreno que hoy ocupan Las Casas Filipinas, próximo a Balanga, su localidad natal, en 2003. Enseguida construyó una casa. Sin embargo, fue en 2008, tras serle ofrecida una casa histórica en el valle de Cagayán, cuando se gestó, o se puso la primera piedra de lo que hoy es —o son— Las Casas Filipinas. Y es que Acuzar desmanteló el edificio de Cagayán y trasladó sus partes al terreno de Bagac, donde lo reconstruyó con ayuda de un equipo de arquitectos y artesanos locales para «devolverle su antiguo esplendor».

La casa del valle de Cagayán solo fue la primera de muchas otras casas históricas y otros muchos edificios patrimoniales que, una tras otro, Acuzar adquirió —o le fue cedido—, y que luego desmanteló, reubicó y restauró en sus terrenos. Hoy son 63 casas patrimoniales y 34 estructuras —entre puentes, arcos, plazas, fuentes, parterres, lagos, canales y otros— las que componen este complejo turístico-aldea vacacional-pueblo artificial.

Casa Candaba, Casa Lubao, Casa Hidalgo, Casa Bizantina, Casa México, Casa Hagonoy, Casa Maranao… Cada una de las 63 fascinantes casas históricas que se encuentran en Las Casas Filipinas de Acuzar tiene una historia documentada. La más antigua de ellas es la Casa Majayjay, construída en 1744, mientras que el único ejemplo de arquitectura precolonial indígena la representa la Casa Maranao. Por el contrario, las más modernas son la Casa New Manila, construída en 1926, y la Casa San Juan, de la que no se conoce su fecha de construcción exacta, aunque sí que forma parte del legado de principios del siglo XX.

Una de las características que hace de Las Casas Filipinas un lugar tan apasionante es precisamente la arquitectura de sus casas —y no solo sus fachadas o su distribución, también sus exquisitos interiores. Más allá del evidente, más que agudo sabor colonial, tanto español —en mayor medida— como estadounidense —no tan extendido—, quizá el común denominador de la arquitectura del pueblo turístico es el estilo típicamente filipino conocido como báhay na bató. Y aunque el término significa «casa de piedra» en filipino, eso no significa que haga de ese material el único empleado en su construcción. En español, el estilo báhay na bató ha dado en llamarse «casa de Filipina».

El báhay na bató es una evolución del tradicional —rural y humilde— báhay kúbo (o casa cubo), con una incorporación de motivos de diseño españoles, chinos y nativos. Más chozas que casas, las viviendas báhay kúbo eran construcciones sencillas sobre pilares, hechas de bambú y otros materiales orgánicos locales —excepto la piedra o el ladrillo—, que se distribuían espacialmente en dos pisos y que contaban frecuentemente con una especie de sótano o nicho. Su diseño ofrecía protección de las lluvias del clima tropical, incluso de las inundaciones, y de los terremotos.

El estilo báhay na bató fue el de los hogares de la clase propietaria, los profesionales y la nobleza del lugar, a cuya construcción se incorporó la piedra o el ladrillo —sobre todo en la parte inferior, la que antes, en el estilo báhay kúbo, ocupaban los pilares desnudos. Su diseño, sin embargo, mantiene el principio arquitectónico de este último, es decir, su adaptación al trópico, a la estación de las lluvias, y a la actividad sísmica a la que el archipiélago es propenso.

La variante más común de un edificio con báhay na bató es una estructura de dos pisos. La planta baja, destinada a almacén o espacio comercial, se realizaba con mampostería y robustos pilares de madera, mientras que la planta superior, en la que se situaban las viviendas, presentaba espacios abiertos para mejor ventilación y los detalles más ornamentados, es decir, balaustradas, ventanillas, decoraciones con incrustación de concha capiz (similar al nácar), etc. Los tejados, por último, solían ser de tejas chinas o de paja, con una pendiente gradual hacia la calle.

Todos estos detalles son bien visibles en Las Casas Filipinas, resultado de un trabajo de reconstrucción y restauración de excelencia, impecable, realizado por decenas de artesanos, arquitectos y artistas. De hecho, el pueblo vacacional recibió en 2021, de manos de la organización Historic Hotels Worldwide, el reconocimiento como Mejor hotel histórico de Asia y el Pacífico. Acuzar, después de una inversión que se estima en unos €8,2 millones —aunque es todavía «un trabajo en curso» según Theresa Kho-Solvason, directora general de Las Casas Filipinas—, cedió la operación de este fascinante destino de playa a Genesis Hotels and Resorts Corp.

Fuentes: Historic Hotels Worldwide, Las Casas Filipinas de Acuzar, Wikipedia – Las Casas Filipinas de Acuzar, Inquirer.net, Wikipedia – Báhay na bató, Wikipedia – Báhay kúbo.
Imágenes: Las Casas Filipinas de Acuzar.