La arquitectura en general, y el sector de la construcción en particular, vive un profundo proceso de renovación y reorientación, casi de revolución. La edificación tradicional, principalmente de viviendas independientes, aunque en muchos casos también de edificios de gran altura, pasa del solar o la parcela a la nave industrial. El ladrillo deja paso a los nuevos materiales y las prácticas consuetudinarias a la innovación. Lo que se hacía de forma singular y personalizada, da paso a la producción en serie, en la que cada etapa está prevista y calculada. Y sin embargo, la nueva construcción mantiene todavía una amplia capacidad para la individuación, para edificar a medida de los deseos y las posibilidades del destinatario último. Es la construcción modular y prefabricada de edificios.

Esta transformación del sistema productivo de la construcción tiene lugar por múltiples motivos, todos relacionados con las ventajas que ofrece el nuevo método respecto del convencional. Así, la construcción clásica viene condicionada por cuestiones como la climatología, la coordinación de operarios y comporta largos plazos de ejecución. En cambio, con la nueva metodología se reducen entre un cuarto y un tercio los tiempos de construcción, ya que se realiza en condiciones de producción controladas y optimizadas. Este simple hecho supone una reducción de costes de en torno al 35%, y no solo en mano de obra, sino también en energía. Pero además, disminuye considerablemente el impacto ambiental del proceso, con menos materiales de desecho, menor contaminación del agua y disminución de ruidos. Por otra parte, con diseños más eficientes, con el uso de nuevos materiales y la incorporación de nuevas tecnologías, mejora sustancialmente el comportamiento bioclimático y energético de la casa o el edificio.

El hecho de que los edificios se construyan en una nave industrial, se transporten al terreno y se ensamblen allí en tiempo récord no supone un detrimento para las calidades. Además, los constructores ya se han ocupado de que cumplan con toda la normativa existente. En todo caso, conviene realizar las comprobaciones legales oportunas cuando el constructor opera desde un país distinto al receptor. También es necesario considerar las condiciones climáticas del destino final del edificio, de forma que sea adecuado para ellas.

Existe una miríada de empresas que se dedican a la construcción modular prefabricada de viviendas y edificios, que ofertan a su vez una gran variedad de modelos y soluciones, tanto en diseño como en materiales y sistemas. La penetración de este modo de producir en el sector de la construcción varía de unos países a otros. Según la revista Forbes, si bien en Estados Unidos es testimonial, con cerca de un 3% del mercado, en los países europeos es mucho mayor: en Alemania supone el 30%, en Austria el 35% y en Suecia más del 80% del negocio.

Factor clave para el auge de la construcción modular prefabricada en Europa es la exigencia comunitaria de que todos los nuevos edificios se adscriban a la categoría de «energía neta cero». Según un estudio que cita Forbes, algunos de los edificios fabricados según estas nuevas técnicas pueden llegar a reducir su consumo energético en un 90% respecto de los de construcción tradicional.

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Fuentes: Ecoinventos, Decoblog, Forbes, Passive House.