La arquitectura sostenible marca un giro significativo hacia el diseño de edificios cuya construcción y posterior operación sea compatible con la preservación del medio ambiente. Esta orientación, que se acentúa con la crisis climática y el paso de los años, no solo redefine la apariencia de los edificios, sino también las prácticas en la industria de la construcción, todo con tal de reducir su impacto en el planeta.

Uno de los factores fundamentales que determinan la arquitectura sostenible es la eficiencia energética. Los arquitectos adoptan estrategias de diseño que convierten a los edificios en instalaciones pasivas, a través del aprovechamiento de la luz y la ventilación naturales. De esa manera, se reduce su dependencia de energías contaminantes. Por otro lado, la incorporación de fuentes de energía ecológicas como la solar, la eólica, la geotérmica, etc., contribuye a la autosuficiencia del edificio y a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero durante su ciclo de vida. Y en su construcción, la selección de materiales es otro factor fundamental de sostenibilidad. En este caso, la ecología obliga a la preferencia por materiales locales y/o reciclados, con baja huella de carbono.

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Este planteamiento forma parte de la idea «de la cuna a la cuna», en expresión que el ecologista alemán Michael Braungart y el arquitecto paisajista estadounidense William McDonough acuñaron en 2002. Con ella expresaban esta nueva forma de interpretar el ecologismo, en el caso de la arquitectura y la construcción, a través de la producción de edificios con materiales que se reciclan y se reutilizan de forma circular.

La arquitectura sostenible es pues un ejercicio de responsabilidad que prioriza la eficiencia y el bienestar, no solo para satisfacer nuestras necesidades, sino para preservar un medio ambiente en el que las generaciones futuras puedan vivir. Por y para un planeta más saludable y equitativo.

Por Jorge Moreno, diseñador en el Dpto. de Diseño de Amusement Logic