La arquitectura de Sudán, país que se encuentra en la parte norte del continente africano, al sur de Egipto, refleja su variedad cultural y geográfica, además de su milenario devenir histórico. Gracias a la arqueología sabemos que, allá por el 8000 a.C., grupos humanos de una primitiva cultura neolítica ya desarrollaban modos de vida sedentarios en su territorio, en el valle del Nilo. Estos grupos habitaban aldeas fortificadas, donde vivían de la caza, la pesca, la recolección de grano y la cría de ganado. Sin embargo, nada queda de estas aldeas ni de su arquitectura. Para encontrar un primer vestigio de la arquitectura de este país africano, debemos retroceder hasta 1860 a.C.

Arquitectura de la antigüedad en Sudán

Se cree que fue en esa fecha, a mediados del siglo XIX a.C., cuando se llevó a cabo la construcción de la antigua ciudad de Buhen y su fortaleza, cerca de la actual Wadi Halfa, en el Estado del Norte de Sudán. Su fortificación incluía un foso de tres metros de profundidad, puentes levadizos, bastiones, contrafuertes, murallas, almenas y aspilleras. La fortaleza de Buhen se encuentra en la actualidad bajo las aguas del lago Nasser, por lo que solo puede observarse en antiguas fotografías e ilustraciones que la reconstruyen.

La arquitectura del reino de Kush

El siguiente hito arquitectónico de Sudán ocurre entre el 950 y el 350 a.C., cuando el antiguo territorio de la entonces Nubia se dividía en dos grandes regiones: Wawat al norte, hasta el límite de la segunda catarata del río Nilo, y Kush al sur, entre esta y la confluencia del Nilo Azul y el Nilo Blanco, que corresponde en la actualidad al norte de Sudán. En esta época se desarrolló el Reino de Kush. Rico en materias primas y en oro, este reino vivió intensas disputas entre egipcios y nubios. De hecho, varios monarcas del Reino de Kush gobernaron como faraones durante más de un siglo a su vecino del norte, Egipto. Es por ello que los vestigios que podemos admirar hoy en día de la arquitectura de aquella época presentan una acusada influencia egipcia.

De la antigua ciudad de Naqa han llegado hasta nosotros ejemplos de arquitectura monumental dedicada a las antiguas deidades de Amón y Apedemak. El Templo de Amón, fundado por el rey Natakamani, construido en piedra arenisca, se compone de una sala hipóstila y un santuario interior o naos. Se accede por una corte exterior y una columnata con carneros de influencia egipcia.

El Templo del León, consagrado a Apedemak, dios guerrero con cabeza de león, también presenta una clara influencia del antiguo Egipto. Imponentes bajorrelieves del rey Natakamani, a la izquierda, y de la reina Amanitore, a la derecha, ejercen su poder divino sobre prisioneros en los pilones de la fachada principal del templo. En los laterales se elevan enigmáticas figuras de Apedemak, representado como una serpiente con cabeza de león que emerge de una flor de loto. A los lados del templo hay representaciones de los dioses Amón, Horus y Apedemak acompañados por el rey. La cara norte del templo muestra a las diosas Isis, Mut, Hathor, Amesemi y Satet. Y en la pared trasera del templo, una representación del dios león de tres cabezas y cuatro brazos recibe ofrendas del rey y de la reina.​

Junto al Templo del León se encuentra el llamado «Quiosco Romano», un pequeño templo que presenta una curiosa fusión de elementos helenísticos y egipcios. Así, mientras la entrada es de clara influencia egipcia, con su portal adintelado, los laterales muestran columnas con capiteles corintios y vanos de estilo romano con arcos de medio punto. Durante las excavaciones se halló una escultura de Isis, diosa de la maternidad y la fertilidad, por lo que se cree que el templo se consagró inicialmente a Hathor, de la que aquella es una trasposición grecorromana.

Otros vestigios únicos de la antigua arquitectura nubia son unas estructuras misteriosas llamadas deffufa (nombre antiguo de las casas de adobe en Sudán), de las que solo existen tres instancias en la milenaria ciudad de Kerma. Construidos con ladrillos de barro, estos edificios contaban con varias cámaras conectadas por pasadizos. No se sabe a ciencia cierta cuál fue su uso, aunque se cree que eran templos. La deffufa era el edificio principal de la ciudad antigua, que contaba además con un palacio y un santuario. Las murallas que la rodeaban daban refugio a unas 200 casas de planta circular en el caso de las más antiguas, o rectangulares en época posterior. La ciudad creció fuera de sus murallas, con más casas en sus alrededores.

Otra de las antiguas ciudades reales nubias es Meroe, capital del Reino de Kush durante largos siglos. Las pirámides de Meroe, de unos 30 m de altura, fueron construidas como tumbas para los reyes, reinas y altos funcionarios de Kush. Se erigieron entre el 300 a.C. y el 300 d.C. La más antigua de las pirámides de Meroe es la tumba del rey Arakamani (Ergamenes I), que reinó alrededor del 280 a. C. Los restos arquitectónicos de Meroe entraron en 2011 en la lista de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. De los enfrentamientos entre los reyes y reinas de Meroe y los gobernantes de Roma, bajo cuyo yugo llegó a estar, han quedado restos de unos baños romanos, nuevo testimonio de la influencia grecorromana en la arquitectura de Sudán.

La arquitectura sudanesa en época medieval

En época medieval (entre el 500 y el 1500 d.C.), se sucedieron distintos reinos cristianos, como los de Makuria, Nobadia y Alodia. Paradigma de la arquitectura de esta época es la catedral de Feras y sus elaborados frisos y pinturas murales. Y el ladrillo de adobe se confirmaba como uno de los principales materiales de construcción de Sudán. Por lo demás, la mayoría de vestigios de estos siglos fueron excavados y documentados antes de que quedaran sumergidos en las aguas del lago Nasser.

Arquitectura islámica en Sudán

Por fin, en los siglos XVI y XVII se establecieron reinos islámicos en el sur y el oeste de Sudán, con la adopción simultánea de la lengua árabe por parte de la población. En esta época se construyen mezquitas y escuelas islámicas. Y el dominio turco-egipcio llegó en 1821 y alcanzó hasta 1885. Con él, Jartum, capital actual del país, pasó de ser un campamento militar a un centro urbano regional con casas de ladrillo, edificios oficiales, nuevas mezquitas y tumbas de importantes líderes religiosos.

Arquitectura vernácula según el clima

Como ocurre habitualmente, para la construcción de las casas tradicionales y sus estructuras civiles, el pueblo sudanés recurrió históricamente a los materiales disponibles localmente. Como hemos visto, el ladrillo de adobe es un material cuyo uso se remonta varios milenios. Pero también se utilizaron materiales como estiércol de vaca, la piedra y la madera de los árboles autóctonos y de otras plantas. Una de las características particulares de la arquitectura vernácula de Sudán son los muros con ornamentos pintados según motivos de la cultura local. Se trata de casas rectangulares o cuadradas, con techos y terrazas planas, útiles para dormir a la fresca las noches más calurosas del año.

Este tipo de construcción está muy extendida en Sudán, a excepción de su extremo sur y sureste, donde las lluvias abundantes aconsejan tejados inclinados. Así, en estas regiones, la arquitectura vernácula se ha dado a la construcción de cabañas redondas con techos cónicos de paja.

Este tipo de choza, o tukul, se construye tradicionalmente con barro, hierba, tallos y palos de madera. Por último, cabe mencionar que los diversos pueblos nómadas y seminómadas que todavía habitan Sudán, como los beja, los baggara, los rashaida y otros, han desarrollado campamentos móviles y viven en tiendas.

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Fuentes e imágenes: Wikipedia 1, Wikipedia 2, Wikipedia 3, Wikipedia 4, Deutsche Archäologische Institut.