Detrás de cada rascacielos o de cada puente se esconde una suerte de magia química casi desconocida. Es la de las tierras raras, unos minerales con nombres de ciencia ficción —neodimio, disprosio, itrio—, cuya aplicación, además de la fabricación de tecnología, recae también sobre la arquitectura contemporánea.

Tierras raras, un nombre equívoco

Tildar a estos minerales de «tierras raras» es como decir que el aire es escaso: en realidad existen en abundancia —es decir, no son tan raras—, aunque aislarlas y concentrarlas requiere de una paciencia de relojero. Bautizadas así en el siglo XIX por sus formas minerales poco convencionales, hoy sabemos que el verdadero desafío no es encontrarlas, sino liberarlas de las rocas que las aprisionan.

Fuentes y producción de tierras raras en el mundo

En efecto, las reservas mundiales de tierras raras alcanzan aproximadamente los 130 millones de toneladas métricas (MT por sus siglas en inglés), de las cuales una tercera parte se encuentran en China (44 millones de MT), a la que le siguen, como mayor reserva, Vietnam y Brasil, ambos con más de 21 millones MT. De hecho, China es el mayor productor del planeta de estos minerales estratégicos (240.000 MT, 2023), tras la que, muy por detrás, se sitúa Estados Unidos (43.000 MT).

Propiedades de las tierras raras en arquitectura

Imaginen un vidrio que decide por sí mismo cuánto calor deja pasar. Esto es precisamente lo que logran el neodimio (Nd) y el praseodimio (Pr) al integrarse en los cristales de los edificios inteligentes. Ambos elementos absorben selectivamente ciertas longitudes de onda, como por ejemplo la radiación ultravioleta y de infrarrojos, lo que mejora la calidad de la luz en interiores y contribuye a reducir la transmisión de calor. Por ende, mejoran la eficiencia energética de los edificios. En la Torre Iberdrola, por ejemplo, en Bilbao, España, estos elementos reducen el gasto energético casi a la mitad.

El europio (Eu), sin embargo, entre otras propiedades, cuenta con la de convertir una corriente eléctrica en una luz cálida y eficiente. Se emplea, por ejemplo, para iluminar calles y hospitales con tan solo una fracción de la energía que exigen las antiguas bombillas.

En la construcción de estructuras, el escandio (Sc), asociado al aluminio, da vida a aleaciones que desafían las leyes de la gravedad: más ligeras que el aire, o casi, pero con una resistencia que las hace indispensables en proyectos como el Burj Khalifa, en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.

Por último, el itrio (Y) fortalece cerámicas y vidrios de forma que con él, estos materiales resisten décadas de lluvia ácida y sol abrasador sin perder su integridad.

Inconvenientes de las tierras raras

Pero como todo en la vida, la extracción de tierras raras tiene su lado oscuro: es una operación sucia, literalmente, un proceso que deja cicatrices en el paisaje y en el equilibrio del ecosistema local. Las minas de Bayan Obo, en Mongolia Interior, China, o las de Mountain Pass, en California, Estados Unidos, son ejemplos: lagos artificiales llenos de químicos tóxicos, paisajes lunares… Y luego se trata de minerales estratégicos, muy presentes en los conflictos —actuales o potenciales— de la geopolítica.

Sin embargo, y a pesar de que la demanda de tierras raras no deja de crecer, en Europa, proyectos como Urban Mine arrojan un rayo de esperanza sobre la cuestión. En efecto, se trata de un proyecto para recuperar estos minerales de los dispositivos electrónicos desechados. Al mismo tiempo, laboratorios en todo el mundo experimentan con alternativas como el grafeno.

Por Raúl Soriano, modelador sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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