Una obra de arte como espacio público, o un espacio público como obra de arte. El diseño de estas estructuras escultóricas que evocan hojas abiertas hacia el cielo, convierte el parque urbano en una galería y las sombras en un testimonio estético. La geometría perforada proyecta un juego cambiante de luces y sombras sobre el suelo. La identidad del lugar queda definida definitivamente como un punto de referencia cultural y visual.

El juego dinámico del agua añade un componente sensorial. El murmullo constante de la fuente transmite serenidad y hace del espacio un refugio de calma, en contraste con el bullicio urbano. Su frescura y su cualidad estética multiplican la sensación de bienestar y refuerza la experiencia del visitante en un espacio diseñado para los sentidos.

El confort no va a la zaga. Los bancos curvos invitan a la conversación y al descanso, mientras la sombra que proyectan las grandes cubiertas domina al sol sin perder luminosidad. Este conjunto resulta en una fructífera colaboración entre arte, naturaleza y arquitectura. En comunión, producen entornos urbanos llenos de armonía y belleza que mejoran la calidad de vida de quienes los habitan.

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