Una pista de patinaje (skatepark en inglés), es una instalación deportiva para la práctica del monopatinaje, una zona donde realizar en condiciones de seguridad piruetas, saltos y otras evoluciones con el monopatín. Por lo general, se trata de espacios de una apariencia bastante austera, ya que su construcción se realiza habitualmente con hormigón gris. En la mayoría de los casos, son los propios monopatinadores quienes se encargan de dar vida y personalizar estos circuitos de patinaje.
Un ejemplo de skatepark personalizado es el parque de patinaje de Dimjalla, que Brad Wright hizo que pareciera una tajada de sandía. Otro caso interesante es el Griftpark en Utrecht, Países Bajos, que el ilustrador Jan is de Man pintó con motivos geométricos.
Sin embargo, uno de los ejemplos más llamativos de decoración de un parque de patinaje es el de la transformación que llevó a cabo el colectivo Church Brigade, con la colaboración del artista Okuda, de la iglesia de Santa Bárbara en Llanera, Asturias, España.
Niveles más elevados de tematización encontramos en obras como las de los diversos skateparks luminosos creados por el artista coreano Koo Jeong. Otro de ellos adopta la temática de un desayuno (con sartén, huevos y bacon), un diseño obra del artista John Hillsong.
Una idea más la proporcionó la empresa publicitaria BBDO, que creó un skatepark efímero con forma de máquina de pinball para promocionar el refresco cítrico Mountain Dew. Este parque incluía una serie de sensores que detectaban el movimiento de los monopatinadores y activaban luces y sonidos.
Los anteriores no son sino ejemplos de una tendencia que busca alejarse de la monotonía del hormigón y hacer de los skateparks unos espacios creativos, estimulantes y únicos para el disfrute de los patinadores y del público que los observa.
Por Miquel Solís, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic