En el norte de Eslovenia y a los pies del pueblo homónimo, las aguas azules del sereno lago Bled reflejan una isla pintoresca, un castillo medieval y, en su ribera oriental, también la elegancia discreta del hotel que hemos seleccionado para la página de octubre de nuestra sección de hoteles del mundo. No solo es un alojamiento de lujo donde «la auténtica sensibilidad de caballeros y damas sigue muy viva»; es un testigo silencioso de la historia del país, un libro abierto de casi dos siglos de tradición termal, de diplomacia y cultura. Hablamos del Grand Hotel Toplice.

De manantial termal terapéutico a hotel de sociedad

Su historia se remonta a 1818, cuando se descubrieron en el terreno donde se ubica el Grand Hotel Toplice dos manantiales termales con propiedades medicinales. En 1822, cuatro años después, se construyó una cabaña de madera para albergar las instalaciones del que fue el primer balneario de Bled. A pesar de todo, no fue hasta 1854 que el superintendente de correos de Liubliana, de nombre Hoffmann, quien tuvo la genial idea, concluyó la construcción de un pequeño hotel junto al lago. Lo llamó Louisenbad en honor a Louise, su esposa —a este hecho romántico debe referirse el hotel, en parte, al hablar de «sensibilidad de caballeros y damas».

El establecimiento, que con el tiempo ganó fama por sus aguas termales, despertó el apetito inmobiliario del empresario y director de la Caja de Ahorros Kranj, en Liubliana, Jožef Luckmann. Este adquirió Louisenbad en 1870, aunque, por alguna razón que acabó por disolverse en las aguas del lago Bled, decidió venderlo poco después. Y así pasó a manos del conde Camillo Aichelberg, un enamorado de la pequeña ciudad que da nombre al lago. Aichelberg, por su parte, renovó por completo el edificio en 1875, y lo amplió a tres plantas y 40 habitaciones. De esa manera, con la mejora y la ampliación de las instalaciones, el Louisenbad Hotel se convirtió en el lugar idóneo de veraneo para la alta sociedad centroeuropea.

En 1889, la propiedad del hotel pasó a manos del chef Gustav Valtrini y su esposa Fanny, quienes elevaron sus estándares con una exquisita gastronomía, lujosas instalaciones —entre ellas, unos mejorados baños termales— y un ambiente de refinamiento. La nobleza regional ya no pudo resistirse, ni siquiera uno de sus más conspicuos representantes, el rey Alejandro I de Serbia, que sumergió su regio cuerpo en las tibias aguas del establecimiento. Al fin y al cabo, el agua de los manantiales termales que bullían bajo sus cimientos —y bullen todavía—, se recomendaba para el tratamiento de la anemia, las infecciones, las enfermedades neurodegenerativas, el reumatismo, la gota… y el simple placer.

La era Jula Molnar y el nacimiento del Grand Hotel Toplice

Tras la disolución del Imperio Austrohúngaro, el hotel entró en una nueva etapa de transformación, cuando una mujer llamada Jula Molnar adquirió la propiedad en 1919. Hija de un granjero, la señorita Molnar fue «una directora muy competente del hotel de primera categoría gracias a su inteligencia natural y su capacidad práctica». Con la ayuda del arquitecto Franz Baumgartner, Molnar añadió varios edificios, modernizó el establecimiento, y lo renombró en 1925 como Hotel Toplice —donde «toplice» significa «balneario termal».

En 1931, tras una nueva ampliación a 123 habitaciones y la construcción de un imponente vestíbulo con ventanales al lago, el hotel ganó la credencial de «grand». Y en 1932, se adosó a él un balneario de tipo romano, lo que lo convirtió en el primer hotel de la región con piscinas cubiertas. Hacia ellas se canalizaba el agua termal del manantial situado bajo él. Por otra parte, el rey Alejandro I de Yugoslavia había elegido definitivamente Bled como plaza para su residencia de verano, lo que ayudó a que el Grand Hotel Toplice acogiera a notables y aristócratas, así como representantes de la vida diplomática y política de su tiempo.

Guerra, posguerra y renovación de un resort termal

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, tras el paso de los alemanes por Bled, sede provincial de la administración ocupante, el Estado se hizo cargo del Grand Hotel Toplice, donde instaló por un tiempo un hospital militar partisano. Sin embargo, el hotel volvió a abrir a los turistas en mayo de 1946. Y en 1948 finalizó la construcción en Bled de la que fue la residencia de verano del mariscal Tito, conocida como Vila Bled, por lo que el Grand Hotel Toplice recuperó su atractivo como alojamiento predilecto de numerosos dignatarios extranjeros. Ya entre 1967 y 1969, el arquitecto Zdravko Bregovac dirigió una renovación integral que modernizó las 123 habitaciones y preservó la fachada original.

Décadas después, tras su privatización en el año 2000, cuando el Grand Hotel Toplice entró a formar parte de Sava Turizem, d. d., la mayor compañía hotelera de Eslovenia, y, dentro de esta, de la cadena Sava Hotels & Resorts, el hotel llevó a cabo su última gran reforma con el objetivo de mantener la categoría de cinco estrellas. Con dicha remodelación, que finalizó en 2002, el Grand Hotel Toplice redujo el número de habitaciones, amplió su confort e integró en sus instalaciones un spa moderno al que bautizaron, en recuerdo del primer Louisenbad Hotel, como Spa Luisa. Por lo demás, el magnífico hotel entró en la asociación de hoteles Small Luxury Hotels of the World.

Huéspedes ilustres de un hotel histórico y una anécdota final

El libro de visitas del Grand Hotel Toplice es un reflejo de la historia del siglo XX y XXI. Por sus salones —y por sus camas— han pasado numerosos artistas, políticos y multitud de celebridades, entre estas, Agatha Christie y Pablo Neruda, Arthur Miller, el rey Hussein de Jordania, Willy Brandt, Madeleine Albright —que ya en 1946 se había alojado de niña—, Garry Kasparov, Paul McCartney

¿Qué mejor que acabar nuestra reseña con una pequeña anécdota? Y es que, el 9 de mayo de 2002, tras la renovación del hotel iniciada el año anterior, fue su huésped más fiel el encargado de cortar la cinta de inauguración. Era Fritz Ruesch, procedente de Suiza, el cual comenzó a pasar sus vacaciones en el hotel termal en el verano de 1946. Desde entonces, regresó al Grand Hotel Toplice para disfrutar de ellas en compañía de su esposa Roesly, durante más de 50 años.

Fuentes: Grand Hotel Toplice, Wikipedia, The Most Famous Hotels of the World, Small Luxury Hotels of the World, Sava Hotels & Resorts.
Imágenes: Grand Hotel Toplice, Small Luxury Hotels of the World.

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