A menudo, en la arquitectura contemporánea, las fachadas no se limitan a su papel como cerramiento de los edificios, sino que proclaman el carácter de estos al público. De esa manera, las fachadas se convierten frecuentemente en expresiones artísticas que buscan despertar la curiosidad y la admiración de quienes las observan. Pero, ¿cómo cumplir con este objetivo? ¿Cómo dar vida y dinamismo a un elemento de arquitectura tan estático?

Disponemos en arquitectura con soluciones fundamentadas en la tecnología; el uso de elementos móviles, mecánicos o de iluminación artificial dan a la fachada un carácter cambiante. Sin embargo, también tenemos la posibilidad de aprovechar los cambios en la luz natural a lo largo del día y de una estación a otra para dotar de dinamismo a las fachadas. Determinados materiales sensibles a esos cambios de luz son útiles a tal fin.

Uno de esos materiales es el de los paneles con capa superficial metalizada. Sus superficies reflectantes devuelven colores dinámicos con los cambios de luz. Algunos paneles reciben un tratamiento especial, mediante recubrimientos específicos que incorporan diferentes pigmentos metálicos, los cuales potencian este efecto y hacen que el color sea mucho más variable y llamativo.

Otro material para el recubrimiento de fachadas lo constituyen los paneles cerámicos especiales, que les dan una apariencia nacarada. Estos paneles cerámicos se obtienen mediante la aplicación de diferentes capas de recubrimiento y su posterior cocción sucesiva a diferentes temperaturas.

También se han logrado estos efectos dinámicos en fachadas de muro cortina. Estas reproducen los reflejos que se adivinan en la superficie del agua. Así, el observador recibe diferentes colores del exterior del edificio con las variadas incidencias de la luz sobre él. El efecto se obtiene mediante doble fachada de vidrios curvados y recubrimientos de láminas dicroicas.