El turismo, entendido como los desplazamientos de las personas para disfrutar del ocio, el descanso, la cultura, la salud, los negocios o las relaciones familiares, más allá de los antecedentes de la antigüedad, comenzó con la Revolución Industrial, en el siglo XIX. Como tal, es un fenómeno que no ha dejado de crecer desde entonces. Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2018 se produjeron 1.400 millones de desplazamientos internacionales de turistas, o una sexta parte de la población mundial, y las previsiones indican que en 10 años habrá 400 millones más.

El impacto de esta actividad sobre los destinos en particular, y el planeta en general, no siempre es negativo. En términos económicos, y según la OMT, el turismo representa el 5% del PIB mundial y genera uno de cada 12 puestos de trabajo en todo el mundo, de los cuales el 55,5% los ocupan mujeres.

Pero más allá de los datos, hay otros aspectos positivos del turismo. En primer lugar, los viajes turísticos reúnen a personas de todos los lugares del planeta, independientemente de su raza, color, sexo o edad, lo que permite el intercambio de conocimientos y puntos de vista respecto de la vida y las costumbres y, por tanto, enriquece y amplía sus horizontes.

Por otro lado, el turismo es la fuente de ingresos número uno o dos para 20 de los 48 países menos desarrollados del planeta, lo que ayuda a reducir la pobreza en el mundo.

También, es un medio de empoderamiento para las comunidades indígenas, los jóvenes, las mujeres y las personas con discapacidad. A través del apoyo a los grupos de artesanos locales, al comprar una obra de arte o de artesanía, los turistas contribuyen a sus ingresos, lo que a su vez ayuda a sus familias e hijos.

Pero a pesar de los aspectos positivos del turismo, crece en el mundo la conciencia ecológica, y la llamada «vergüenza a volar» es un claro ejemplo. Sin embargo, la aviación es responsable de solo el 2% de los gases de efecto invernadero, frente a, por ejemplo, el 15,9% correspondiente al transporte por carretera. Pero, ¿qué ocurriría si dejáramos de volar? El primer efecto sería la pérdida de los 65 millones de puestos de trabajo directamente atribuibles a la industria del transporte aéreo de pasajeros. No obstante, esta no sería la única consecuencia.

En África, por ejemplo, las previsiones indican que en 2030 la industria turística generará más de 234.000 millones de euros en ingresos. Eliminemos estos de la economía africana y no sólo aumentará significativamente la pobreza en el continente, ya que millones de africanos dependen del turismo, sino que también se esfumarían los esfuerzos para proteger algunas de las especies más amenazadas del mundo.

De hecho, muchos gobiernos y comunidades locales del continente africano son conscientes de la importancia de proteger millones de kilómetros cuadrados de hábitats de especies en peligro de extinción, entre ellos los últimos reductos de los rinocerontes y los elefantes. Es fundamental también la actividad de muchos operadores turísticos que ayudan a financiar el trabajo de conservación para salvar leones, leopardos y guepardos. Más aún, una de las principales razones por las que el gorila de montaña aún no se ha extinguido es que los turistas están dispuestos a pagar por la oportunidad de verlos en estado salvaje.

No obstante lo anterior, nadie niega los efectos perniciosos del turismo de masas. Pisotear la vegetación, introducir especies no autóctonas en el ecosistema, tirar basura y causar contaminación son algunos de ellos. Sin embargo, una gran parte de la industria turística actúa o tiene previsto actuar con mayor responsabilidad, consciente del impacto de su actividad. La regulación del turismo también se implementa en muchos destinos. En las Islas Galápagos, por ejemplo, hay un férreo control de los lugares que los turistas pueden visitar y de cuántos de estos pueden acceder a cada isla diariamente.

Del lado de los turistas, también crece el interés por el turismo ecológico y la demanda de viajes y servicios sostenibles, lo que sin duda representa una oportunidad que la industria del turismo debe aprovechar y fomentar.

En conclusión, no matemos el turismo, sencillamente, hagámoslo mejor.

 

Fuentes:

Hosteltur 1, Hosteltur 2, Hosteltur 3, The New York Times, Contiki, The Independent, Wikipedia, OICA.