Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, planea crear una ciudad artificial de 26.000 kilómetros cuadrados en el Golfo de Áqaba, adyacente al Mar Rojo, y cerca de las rutas comerciales del Canal de Suez. En sus planes se encuentra la idea de utilizar las últimas tecnologías e inventar las que todavía no existen, así como abastecerse exclusivamente de energías renovables, en un proyecto que pretende ser referencia mundial en la materia. «Un lugar para los soñadores del mundo», aseguró en el discurso de presentación de 2017.

En esta ciudad de fantasía llamada Neom, nombre formado uniendo neo (nuevo en latín) y mostaqbal (futuro en árabe) encontraremos coches voladores, una Luna artificial que ilumina el lugar independientemente de la climatología, una población de dinosaurios robot, playas con arenas que brillan en la oscuridad, nubes artificiales que traen las precipitaciones al desierto, una educación líder en el mundo impartida a los pequeños por profesores holográficos, restaurantes de lujo, e incluso una Silicon Valley que alberga las sedes de multinacionales especializadas en edición genética.

Bin Salman pretende con el proyecto diversificar la economía del país, dependiente en estos momentos de su principal recurso y fuente de ingresos, el petróleo. Preocupado por las caídas  del precio de esta materia prima producidas en los últimos tiempos, el príncipe busca con esa iniciativa tan ambiciosa hacer frente a la incertidumbre en la economía mundial.

Según un informe publicado por The Wall Street Journal, construir la colosal ciudad de Neom requerirá una inversión de 500.000 millones de dólares. Parte de esta inversión está previsto que provenga de la salida a Bolsa de la petrolera estatal, Aramco, mientras que otra parte sustancial se espera llegue a través de grandes inversores de capital extranjero.

Fuentes: ABC, Reuters y Wall Street Journal