Fruto de la colaboración entre la compañía de ingeniería ARUP, la financiera Old Mutual Properties y el estudio de arquitectura Mick Pearce Architect, un edificio singular, el mayor centro comercial y de oficinas de Zimbabue del momento, y el primer centro comercial del mundo en utilizar un sistema de refrigeración natural, abría sus puertas al público en 1996. Era, y es, el Eastgate Centre de Harare, capital del país. Recuperamos aquí, 28 años después, un proyecto pionero que todavía hoy representa un modelo de arquitectura y construcción por su baja huella de carbono y su eficiencia energética, un templo a la sostenibilidad que nació cuando no era una cuestión tan urgente como lo es hoy. De hecho, en aquel entonces, los motivos que orientaron su diseño fueron más prácticos y económicos que ecológicos.
Diseño para el equilibrio entre consumo energético y confort
Efectivamente, y según manifiesta todavía en su portal electrónico el estudio de arquitectura de Mick Pearce, «Eastgate utiliza un 35% menos de energía total que el consumo medio de otros seis edificios convencionales en Harare con calefacción, ventilación y aire acondicionado». Pero además, el ahorro en la construcción del proyecto al prescindir de los sistemas de climatización convencionales fue del «10% del coste total del edificio». Según relataba el propio Pearce a The Zimbabwean Review en 1995, ARUP le exigió en su diseño que «la luz solar directa no debía incidir en absoluto en las paredes exteriores», y que «la superficie de las ventanas no debía superar el 25% del total de la fachada norte [que recibe el sol en verano]». En palabras de ARUP, «el diseño de Eastgate debía encontrar el equilibrio entre reducir el consumo de energía del edificio y proporcionar un entorno interior confortable a sus usuarios».
Los termiteros como modelo de diseño
Para lograrlo, el arquitecto zimbabuense recurrió a la biomímesis. Y el modelo para su diseño lo encontró en los termiteros, altos montículos que las termitas erigen en esa zona de África. Gracias a la construcción de estos, según un diseño instintivo que produce un complejo sistema de túneles (los cuales las hormigas abren o cierran según convenga), y a su sólido volumen (que absorbe o disipa calor), las termitas combaten los extremos del clima.
Así, Pearce ideó el Eastgate Centre como una «masa térmica expuesta» de ladrillo y hormigón, con una serie de 48 grandes conductos de aire repartidos en su longitud, los cuales atraviesan de abajo arriba las 7 plantas de oficinas y se conectan transversalmente a través del «suelo hueco». A medida que el aire se calienta por la actividad humana dentro de las oficinas, sube hasta el techo abovedado, donde es aspirado y conducido a las secciones de escape de alguno de esos 48 grandes conductos verticales centrales. De esa manera, el «sándwich» formado por el techo abovedado y el suelo vacío actúa como intercambiador de calor. Con ello, crea un «efecto chimenea» que sirve para que «el aire frío entre en su base y el aire caliente se descargue por el tejado». El sistema se apoya en grandes ventiladores, situados en la parte inferior del edificio, con los que consigue enfriar aún más sus espacios.
Dos órdenes de arquitectura en un diseño
Ha llamado nuestra atención la distinción que hace Pearce entre dos tipos de arquitectura. Según explica, una arquitectura del nuevo orden correspondería a la «del ladrillo y la piedra reconstruida», mientras que la otra, la arquitectura del viejo orden, es la «del acero y el cristal». En el Eastgate Centre se expresan precisamente ambas arquitecturas.
Por la primera, la del nuevo orden, el edificio se acerca «a un estilo regionalizado que responde a la biosfera, a la antigua arquitectura tradicional de piedra del Gran Zimbabue y a los recursos humanos locales». Pearce se refiere con ello a los grandes salientes («de hormigón prefabricado, cepillado para dejar a la vista el agregado de granito») que protegen las ventanas del sol a la vez que aumentan la superficie exterior del edificio; mejoran la disipación de calor por la noche y minimizan su absorción durante el día. De la arquitectura del viejo orden, en cambio, el edificio toma «las celosías de acero, las cabinas de ascensor colgantes, los puentes de vidrio y acero suspendidos y el techo de cristal»; por cierto, una tecnología que trajeron a Zimbabue «los colonos ávidos de minerales a finales del siglo XIX».
Un diseño arquitectónico con resultados
Más allá del ahorro de costes energéticos en la operación diaria del Eastgate Centre, así como en la importación de equipos y repuestos, más allá de las toneladas de CO2 que ahorra a la atmósfera y el medio ambiente, la ventilación natural permite la cómoda ocupación del edificio durante el 95% del año, «lo que es especialmente importante al considerar las limitaciones de la red eléctrica local».
Efectivamente, mediante la recopilación prolongada en el tiempo de datos de temperatura exterior, temperatura estructural del hormigón y temperatura ambiente a distintos niveles dentro de las oficinas, ARUP certificó que Eastgate Centre alcanza en condiciones medias una refrigeración en su interior de 3°C respecto del exterior. Sin embargo, si la temperatura exterior nocturna no desciende por debajo de los 20°C (debido sobre todo a la nubosidad que impide la radiación del calor al espacio), y si el día siguiente amanece despejado, la temperatura de la oficina sigue siendo bastante alta. No obstante, estas condiciones particulares apenas ocurren durante 2 o 3 semanas al año, pues las noches nubladas van seguidas normalmente de días nublados y las temperaturas máximas internas de las oficinas se mantienen por debajo de los 26°C.
Aparte de lo admirable de la historia que acabamos de contaros, aparte de ser un edificio de carácter genuinamente africano, casi étnico, el Eastgate Centre es, por encima de todo, un edificio de una belleza decididamente singular, la cual sigue vigente después de 28 años.
Para que podáis apreciarlo, nada mejor que este VÍDEO.
Fuentes: Mick Pearce Architect, ARUP, Wikipedia. Imágenes: Mick Pearce Architect, ARUP y otros.