Engawa es un elemento típico de la arquitectura residencial tradicional japonesa. Consiste en una pasarela de madera cubierta que recorre el perímetro de los patios en las casas familiares de Japón. A ella se abren las puertas correderas de las habitaciones y las dependencias del hogar, que quedan así conectadas. Es un espacio de transición entre el interior y el exterior, entre la intimidad de la casa y la belleza equilibrada del jardín. Pues bien, «Casa Larga con engawa» es el nombre que el estudio de arquitectura Yamazaki Kentaro Design Workshop ha dado al centro de día para mayores en que consiste el proyecto de arquitectura del que nos ocupamos en este artículo.

En efecto, el edificio oblongo de madera tiene una distribución longitudinal que justifica el término «casa larga», y cuenta además con una balconada, o engawa, que lo recorre en todo su alrededor. Sin embargo, si queremos aprehender la verdadera esencia de este proyecto de arquitectura, quizá lo mejor sea procurar comprender el lema con el que Yamazaki Kentaro Design Workshop encabeza su presentación en el portal del proyecto: «Recordamos a través de la arquitectura lo que hemos olvidado».

Según declara el estudio de arquitectura, el objetivo de Casa Larga es el de componer un entorno en el que el envejecimiento forme parte natural de la vida cotidiana, «incluso con demencia u otra discapacidad». En consecuencia, el edificio debía permitir que las personas vivieran una vida de normalidad independientemente de su condición. Una forma de lograr esta encomiable meta consiste en un diseño que es capaz de integrar a la sociedad local de forma transversal, sin distinciones ni separaciones.

Así, Casa Larga cuenta con «espacios al aire libre entre tres funciones: una cafetería y un taller para los residentes locales, una sala de estar para los ancianos, y una sala de tatami y baño que recuerda a un hanare (edificio independiente) tradicional». Sin embargo, los límites entre estos espacios se desvanecen en una continuidad que refleja la deseada transversalidad. Con ello, el diseño en particular y la arquitectura en general garantizan una «dispersión de espacios pequeños pero a escala humana» en los que las personas pueden compartir el tiempo «aunque estén solos». Es así cómo «empiezan a formarse vínculos entre los ancianos, los discapacitados, los niños y otros vecinos que se reúnen aquí».

El proyecto se ha puesto en pie con la colaboración del promotor, distintas organizaciones sin ánimo de lucro y la población local. De esa manera, Casa Larga, que recuerda a un puente o a un templo, «está llamada a convertirse en un lugar de pertenencia para muchos tipos de personas». Ahora sí que comprendemos la idea de que la arquitectura nos ayuda a recordar «algo importante que el Japón moderno ha perdido», según sus autores, algo que quizá hemos olvidado en muchas sociedades modernas. Estamos seguros de que Yamazaki Kentaro Design Workshop se refiere con ello al sentido de comunidad, a la idea de formar parte de un todo, es decir, de esa vida colectiva de la que Casa Larga es un testimonio y a la que ofrece tributo.

Fuente: Yamazaki Kentaro Design Workshop. Imágenes: Yamazaki Kentaro Design Workshop.

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