El aerogel es un material muy especial por varios motivos: es de los más ligeros del mundo, con una densidad de apenas 3 kg/m³; se compone principalmente de aire, con entre el 90 y el 99% de su volumen; soporta hasta 1.000 veces su propio peso sin perder su ligereza; de postre, tiene una conductividad térmica ultrabaja. Estas propiedades hacen del aerogel una sustancia innovadora que se aplica a la construcción, pero que también ha sido utilizado por la NASA.

En términos de rendimiento térmico, el aerogel es significativamente más eficiente que los materiales tradicionales. Así, mientras que los valores al respecto de la lana de vidrio oscilan entre 0,032 y 0,044 W/m·K, el aerogel reduce las pérdidas térmicas a la mitad, con un valor tan bajo como 0,016 W/m·K. Su capacidad aislante, en consecuencia, mantiene temperaturas interiores estables con menos consumo de energía.

De esa manera, optimiza los costes operativos en edificios y reduce el impacto ambiental de su climatización. La estructura ultraligera del aerogel, sin embargo, no compromete su resistencia al fuego ni su durabilidad. Y en su versión translúcida, combina aislamiento térmico con la entrada de luz natural, una propiedad muy útil en fachadas y ventanas energéticamente eficientes.

Por otra parte, su resistencia y la posibilidad de aplicarlo en capas delgadas, lo hace ideal para la mejora del aislamiento térmico y la rehabilitación de edificios históricos, sin alterar la arquitectura original. En fachadas, muros, cubiertas y techos, ya sean de construcciones nuevas o reformadas, en cambio, los paneles de aerogel mejoran la eficiencia energética sin incrementar el grosor de las paredes.

Como vemos, el aerogel no solo representa una solución técnica innovadora, sino también un paso hacia un sector de la construcción más responsable con el medio ambiente.

Por Juan Guardiola Cutillas, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

Fotos: NASA

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