En 1991, el físico y astrónomo alemán Wolfgan Feist concibió y aplicó por primera vez a su vivienda, en Darmstadt, Alemania, el concepto Passivhaus (literalmente «casa pasiva»). Así nació un sistema para el diseño, la arquitectura y la construcción de edificios con muy bajo consumo de energía, hoy convertido en un estándar y sometido a un proceso de verificación que concluye con un certificado.
Para que un edificio obtenga el certificado Passivhaus, debe presentar un alto grado de aislamiento, debe evitar todo puente térmico y garantizar la estanqueidad de sus espacios, es necesario que recurra a placas solares para el suministro de energía y a pozos canadienses como sistema de climatización, etc. Con esta estrategia de eficiencia, puede conseguirse hasta un 80% de ahorro en el consumo energético de los edificios.
Actualmente comienza a hablarse incluso de Passivhaus Premium. Se trata de un concepto que lleva al extremo el ahorro y la eficiencia energética en los edificios. Con él se añaden a las estrategias de aprovechamiento previas, entre otras medidas, el almacenado en baterías de la energía eléctrica sobrante, generada por el propio edificio, para su uso en vehículos eléctricos o en caso de caída de la red de suministro.
Aunque el sistema comenzó a aplicarse inicialmente en viviendas unifamiliares, en la actualidad se aplica al diseño, la arquitectura y la construcción de todo tipo de edificaciones. En España, por ejemplo, varios edificios de viviendas han obtenido el certificado Passivhaus. Entre ellos se encuentra la Torre Bolueta de Bilbao, en estos momentos el edificio Passivhaus más alto del mundo. El Colegio Internacional Brains, en construcción en Madrid, o la residencia de ancianos de Camarzana de Tera, Zamora, siempre dentro de España, son otros ejemplos.
A mayor escala, muchos de los conceptos de la certificación Passivhaus se aplican a ciudades con pretensiones ecológicas como la de Dongtan, en China, la Masdar City, en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, o en barrios como el BedZED de Londres, en Reino Unido. Estas urbes y barrios se proyectan con el objetivo de que produzcan cero emisiones de CO2, sean autosuficientes energéticamente y tengan capacidad para reciclar el cien por cien de sus residuos.
Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic