Published On: 29.05.2023|Categories: Noticias de la Empresa|

Hablamos con el arquitecto uruguayo de tercera generación, cuya carrera impulsó a la especialización en arquitectura del deporte. Formó parte del equipo que desarrolló primero una de las sedes para el Mundial de Fútbol de la FIFA, Brasil 2014, y, después, las de la edición del gran evento celebrado en Qatar en 2022. Actualmente prepara las instalaciones que albergarán los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno Milano-Cortina 2026, como miembro del equipo de la Fondazione Milano-Cortina, organizadora del evento deportivo internacional.

Amusement Logic: Estudió arquitectura en la Universidad de la República, en Uruguay. ¿Qué le hizo decidirse por el oficio de arquitecto?

Jose Ignacio Masena: La arquitectura siempre estuvo presente en mi vida; mi abuelo fue arquitecto, así como también mi padre y mi madre. Mis primeros dibujos los recuerdo sobre planos viejos hechos en la mesa de dibujo de mi padre y mi madre. Cuando comencé a escribir me encantaba usar las plantillas de letras que se utilizaban antiguamente. En ese contexto, era difícil escapar de las charlas de arquitectura presentes en la mesa, en los paseos, en las vacaciones, etc.

A.L.: ¿Qué es para usted la arquitectura?

J.I.M.: La arquitectura tiene diversas concepciones y definiciones. No creo que haya una sola forma en particular de ver la arquitectura y mucho menos una forma de definir el ser arquitecto. Tal como lo plantea el Plan de Estudios de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de Uruguay, la arquitectura es una forma de pensamiento en permanente evolución que se apoya en saberes concretos y en una heurística propia con el fin de dar respuestas a situaciones diversas. En ese sentido, estoy agradecido a la formación que he recibido, la cual me ha dado la posibilidad, no sólo de generar ciertos productos o aplicar ciertas técnicas, sino también de estimularme a descubrir nuevos ámbitos de oportunidad que amplíen el campo de incumbencia y aporte de la arquitectura.

A.L.: ¿Cómo transcurrió su carrera hasta especializarse en arquitectura para el deporte?

J.I.M.: Siempre me ha interesado la arquitectura deportiva. En particular, soy un apasionado de los estadios de fútbol. Pero nunca imaginé que podría llegar a trabajar vinculado a ellos, y menos que llegaría a ser un proyecto familiar (mi señora Jimena Sellanes, también arquitecta, se dedica a lo mismo). En realidad no lo planifiqué, por lo menos no al principio. En Uruguay no existe una especialización en arquitectura deportiva, así que podría decir que casi se fue dando.

Todo comienza en 2008, cuando me uno al estudio del arquitecto Carlos Arcos. Estaba realizando las propuestas de reforma de dos estadios en Brasil para la Copa del Mundo FIFA Brasil 2014: Arena de Manaos (para 40.000 espectadores) y Arena da Baixada, en Curitiba (para otros 40.000 espectadores). Trabajé en ambas propuestas como parte del equipo del proyecto y en 2010 nos radicamos en Curitiba, Brasil, para coordinar el proceso de reforma y construcción del estadio sede de la Copa del Mundo Brasil 2014 (Arena da Baixada). Durante 6 años tuve la oportunidad de participar de casi todas las etapas del estadio, desde su génesis, pasando por su operación en el mayor evento de fútbol del mundo, hasta su adaptación, finalmente, al legado deseado por el Clube Atlético Paranaense. Finalizada la experiencia en Brasil, me uní como arquitecto al equipo de Dirección de Obra de Antel Arena, un estadio cerrado para 10.000 espectadores en Montevideo, Uruguay.

En 2017 me integro a trabajar en la construcción de varios de los estadios sede de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022: Al Thumama Stadium (para 40.000 espectadores), 974 Stadium (otros 40.000 espectadores) y Lusail Stadium (para 90.000 espectadores). Fue entonces cuando nos instalamos en Doha, Qatar, donde tuve nuevamente la oportunidad de participar, durante 5 años, de casi todas las etapas del desarrollo del estadio. Una de las mejores experiencias de mi vida fue la de ser testigo de la operación del estadio de Lusail, con 90.000 espectadores, durante la final entre Argentina y Francia. Sin duda, esta fue una de las mayores satisfacciones que me ha dado este trabajo, las cuales, por suerte, han sido muchas a lo largo de estos 15 años.

Finalizada esta locura llamada Qatar, y por diferentes razones, decidimos que era tiempo de cambiar de rumbo, así que no dudamos en aceptar una propuesta para integrarnos en la Fondazione Milano-Cortina, organizadora de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno Milano-Cortina 2026. Actualmente estamos radicados en Milán, Italia, enfocados en la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno.

A.L.: ¿Cuál fue su función en los proyectos de los estadios deportivos para el Mundial de Fútbol de la FIFA Qatar 2022?

J.I.M.: Mi función durante el periodo de construcción de los estadios fue la de asesorar y dar soporte al Supreme Committee for Delivery and Legacy (el comité organizador local del Mundial de Fútbol) en todos los aspectos vinculados con la arquitectura deportiva. Y asegurar que los 3 estadios antes mencionados cumplieran con los patrones y estándares de la FIFA. Estos requisitos de la FIFA están en constante evaluación y actualización; son producto de las nuevas tecnologías, de los aspectos culturales del país anfitrión, de las nuevas demandas de los usuarios, de los patrocinadores, etc. Por tanto, es un trabajo que no da tregua. Una vez finalizada la construcción de los estadios, trabajé en el diseño de las estructuras temporales (también llamadas overlay) del Lusail Stadium.

El calendario del Mundial de Qatar fue un desafío por lo ajustado de los tiempos. Durante el torneo, y ya solo focalizado en el estadio de Lusail, me mantuve como soporte de su operación, que requería evaluaciones diarias de las soluciones planteadas y ajustes de todo aquello que podía mejorarse. En la fase de grupos nos alternamos entre MatchDay y No-MatchDay, lo que daba muy poco tiempo de ajuste y respuesta; no tuvimos otra opción que ser muy creativos. A su vez, el estadio de Lusail albergó la final, por lo que su operación incluyó además la ceremonia de clausura y de premiación. Para esto último, se realizó en tiempo récord una completa renovación del estadio.

A.L.: ¿Qué particularidades encuentra un arquitecto que trabaja en un país como Qatar?

J.I.M.: Yo creo que lo que más ha diferenciado el trabajo de Qatar ha sido el ambiente multicultural. Si bien es común en eventos internacionales como la Copa del Mundo o los Juegos Olímpicos, en el caso de Qatar se extiende a todos los ámbitos. Recordemos que solo el 10% de la población de Qatar es qatarí; el 90% restante son expatriados de todas partes del mundo. Eso significa un desafío extra, ya que implica un ejercicio constante de adaptación y tolerancia.

El tamaño de los equipos fue otro desafío; estaban muy bien dimensionados, lo que obviamente ayudó a que no hubiera sobrecarga de trabajo. Sin embargo, grandes equipos conllevan una carga extra de coordinación.

Otra  particularidad es que, en mi caso, fue mi primer trabajo en un país musulmán, por lo que tuve que adaptarme a respetar los horarios de plegarias, el mes de Ramadán, la semana de domingos a jueves, etc.

Finalmente, y tal vez desde una óptica sudamericana, esperaba que en Qatar se cuestionara menos la forma de utilizar los recursos. Para mi grata sorpresa no fue así, por lo menos en algunos aspectos; el cuidado con lo planeado y el deseo de realizar lo justo y necesario, sin excesos, fue una constante. Claro que debemos tener en cuenta que «exceso» no tiene el mismo significado en Sudamérica que en el Golfo Pérsico.

A.L.: ¿Qué puede decirnos de la propuesta de los estadios desmontables que se probaron en Qatar? ¿Fueron desmantelados y enviados a otros países como estaba previsto?

J.I.M.: Una de las críticas que se hacen constantemente a la organización de eventos deportivos de talla mundial, ya sean las Copas del Mundo de la FIFA o los Juegos Olímpicos, es la que se refiere a los llamados «elefantes blancos», es decir, grandes infraestructuras utilizadas durante la duración de la gran fiesta deportiva que luego se quedan inertes, vacías y sin uso. En general, también tienen un gran costo político, ya que estos edificios son odiados por la población local que, además de haber visto cómo se destinaron millones para su construcción, debe asumir también los costes de su mantenimiento cuando se encuentran en desuso.

Desde el inicio, Qatar se planteó la minimización del impacto de estas infraestructuras, para lo cual, los 8 estadios, cuentan con una adaptación que los convierta en un legado viable. En algunos casos, se plantea su uso posterior como estadio de fútbol en las ligas locales, por lo que su capacidad se reduce al 50%. Obviamente, esto es algo que se prevé desde la planificación de la construcción, con tribunas superiores desmontables, etc.

El 974 Stadium es un caso paradigmático. Este se ideó como un juego de ensamble (una mezcla de LEGO, MECCANO e IKEA), de forma que, después del Mundial, sería desmantelado totalmente para ser montado en un nuevo destino. Se trata de un proyecto de Fenwick Iribarren Architects, un estudio de arquitectura español. Su proyecto planteaba que el estadio podía montarse nuevamente para 40.000 espectadores, o en diferentes modos más reducidos y parciales (solo las esquinas para conformar una plaza de toros, solamente la tribuna principal como grada de una piscina, otras tribunas para una pista de atletismo, etc.). Hasta el día de hoy no está claro cuándo y cómo se hará, pero está claro que es un muy buen avance. Sin dudas, aún tiene aspectos a desarrollar, pero creo que ha sido un gran inicio.

A.L.: Como decía usted, entró recientemente a formar parte de la Fundación Milano- Cortina 2026. ¿Qué es y en qué consiste su trabajo en ella?

J.I.M.: La Fundación Milano Cortina 2026 es el organismo que llevará a cabo todas las actividades organizativas, promocionales y de comunicación para los eventos deportivos y culturales relacionados con la celebración de los XXV Juegos Olímpicos y XIV Paralímpicos de Invierno en 2026. Desde febrero de 2023 desempeño la función de gerente de diseño de las sedes competitivas y no competitivas que albergarán los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. Es otro lindo desafío, diferente y lejos del mundo del fútbol, pero también vinculado a la arquitectura deportiva.

A.L.: ¿Cómo ve el futuro de la arquitectura deportiva en particular, y el del oficio de la arquitectura en general?

J.I.M.: La industria del deporte en particular, y la del entretenimiento en general, es una de las más activas, de constante actividad. A pesar de que sufrió mucho durante la pandemia de COVID, cuando no se permitían las aglomeraciones masivas y se tuvieron que posponer algunos eventos deportivos (los Juegos Olímpicos de Verano de Tokio 2020, la Exposición Universal Dubai 2020, etc.), se recuperó rápidamente y hoy ya casi está en los niveles previos.

Sí creo que los eventos masivos han alcanzado una dimensión que limitan su realización a determinados países e impactan en el espíritu general de los mismos. En particular, los mundiales de fútbol masculinos (y en menor medida los Juegos Olímpicos de Verano) requieren una gran cantidad de infraestructuras que, aun bien planeadas, exceden las necesidades de la mayoría de los países anfitriones. Es necesario diseñar las instalaciones con la mayor flexibilidad posible, pensando siempre desde el legado, y utilizar estos eventos como trampolín para desarrollar y construir lo que verdaderamente se precisa, adaptándolo a su realización.

Actualmente, Uruguay (junto con Argentina, Chile y Paraguay) está pensando en albergar el Mundial de Fútbol de la FIFA 2030. Esa será una muy buena oportunidad para festejar el centenario del primer Mundial de Fútbol (y bicentenario de la independencia del país). El desafío es hermoso y deberá planearse correctamente para evitar los «elefantes blancos».

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