La construcción de cubiertas para atracciones acuáticas, como piscinas o parques acuáticos, plantea dos importantes desafíos: por un lado, el de salvar unas luces que estimamos del orden de entre 30 y 40 metros; por otro, el del adecuado mantenimiento de sus materiales, dada su exposición a un ambiente de constante humedad y con presencia de cloruros.

En cuanto a su estructura, la cubierta de una piscina o un parque acuático se resuelve con vigas de gran canto, capaces de salvar esas grandes luces. Y la madera encolada es quizá el material más apropiado para ellas. ¿Por qué? Porque la madera encolada, producida con láminas aserradas y ligadas mediante adhesivos, permite elaborar vigas resistentes de gran canto y con grandes radios de curvatura. A su fortaleza estructural se suma la belleza natural de la madera y la elegancia del arco de sus vigas.

Respecto al mantenimiento, en exteriores la madera está sometida a sucesivos ciclos de humedad y sequedad, lo que produce un intercambio constante de vapor de agua con la atmósfera y, como consecuencia, la pérdida de sus propiedades mecánicas. Sin embargo, en las piscinas cubiertas o los parques acuáticos cubiertos, las vigas de madera se exponen a un ambiente permanentemente húmedo. Este hecho físico les permite alcanzar la humedad de equilibrio higroscópico, es decir, que la madera de que se componen gana el contenido de humedad idóneo, sin que se produzca intercambio con la atmósfera circundante. Por último, la madera presenta también un comportamiento adecuado y resistente frente a agentes químicos agresivos, como son los cloruros en el caso de las piscinas y los parques acuáticos cubiertos.

Por Alberto López García, técnico de estructuras en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic