A la hidroterapia que ofrecen los tradicionales balnearios de aguas termales se suma la de los llamados spas, que han proliferado en los últimos años. Aunque gran parte de sus usuarios acude a ellos en busca de momentos de relajación y/o lúdicos, en muchos países (principalmente de centroeuropa) forman parte del sistema público de salud y sus profesionales médicos suelen prescribir tratamientos en ellos a determinados pacientes. Este hecho no es sino una prueba más de los efectos beneficiosos sobre la salud de la hidroterapia.
Los antiguos ya reconocían las bondades de la hidroterapia, aunque en aquel entonces daban más importancia a las propiedades de los compuestos químicos presentes en el agua termal. Así, se decía que el agua clorurada, sulfatada, sulfurosa y ferruginosa tenía diferentes efectos beneficiosos sobre trastornos respiratorios, de la piel, de la sangre, como la anemia, y otros.
Sin embargo, en la actualidad no se valora únicamente la composición química del agua. Se considera también como un medio idóneo para realizar actividades que resultan tan beneficiosas para el cuerpo como la inmersión en aguas minerales. Sin ir más lejos, en fisioterapia se considera un recurso importante para la preparación pre o postoperatoria, la rehabilitación tras determinadas lesiones y la recuperación deportiva, la artritis, el reuma, la ciática, etc.
Efectivamente, según el principio de Arquimedes, el peso corporal de una persona disminuye hasta en un 90% en el agua. En consecuencia, los ejercicios de rehabilitación que se realizan en dicho medio tienen mucho menos impacto sobre las articulaciones. Al mismo tiempo, la resistencia que ejerce el agua por fricción ayuda a un incremento muscular y, por tanto, mejora la fuerza y la resistencia corporal. Por si no fuera suficiente, la presión hidrostática inherente a la inmersión, disminuye la inflamación de los miembros y favorece el equilibrio y la estabilidad.
Por lo demás, los ejercicios consisten en la realización de movimientos con ayuda de pesos, pelotas, flotadores, etc. También suelen usarse otros accesorios como barras paralelas, bicicletas o la cinta de correr sumergida, en este caso, para la rehabilitación de lesiones deportivas sin sobrecargar la columna.
Finalmente, la temperatura del agua también conlleva efectos terapéuticos. El agua caliente, gracias a sus efectos sedantes, por ejemplo, se utiliza como medio de relajación. En otros casos, también tiene un efecto analgésico y reduce los dolores leves. En cambio, el agua más fría, o templada, estimula la circulación y tiene un efecto antiinflamatorio.
Por Miquel Solís, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic