¡Qué sensación tan molesta, saltar como un lagarto sobre una sartén cuando se camina hacia la piscina! ¡Y en grandes superficies de ocio y turismo, como parques acuáticos, las distancias crecen y el problema se agrava! Pues bien, para combatirlo hay diferentes estrategias, no excluyentes entre sí: sombra, color, porosidad, material y circulación de un fluido son algunas de ellas.
La primera solución evidente es la de proyectar sombra sobre las superficies para evitar su calentamiento. A tal fin puede usarse la vegetación y/o toda una gama de sistemas de sombreado (de los que, por cierto, hablamos en un artículo previo al que podéis acceder a través del enlace de más abajo). Sin embargo, ni la vegetación ni los sistemas de sombra garantizan la cubrición total de las superficies. Y además, en otras áreas de ocio y turismo como playas y solariums sí se desea el sol.
En ese caso, la medida más eficaz para mitigar el calentamiento de una superficie es sin duda la elección del color del pavimento. Uno con un buen SRI (siglas en inglés de Índice de Reflexión Solar) reduce hasta en un 20% la energía captada por el suelo y, por tanto, su temperatura. En la siguiente Figura 1 veréis una típica carta de colores con el dato de SRI.
Figura 1. Carta de colores de hormigón impreso con el dato de SRI.
Sin embargo, a veces, por motivos estéticos o de comodidad, para evitar el deslumbramiento, no podemos usar colores claros. Es entonces cuando recurrimos, para solucionar el problema del «lagarto en la sartén», a la porosidad de los pavimentos en instalaciones de ocio y turismo.
La porosidad de los pavimentos hace que estos ofrezcan menos masa para acumular calor. Al mismo tiempo, al aumentar su superficie, aumenta también su emisividad y, por tanto, la disipación del calor. Respecto a los materiales porosos, contamos con losetas «atérmicas» fabricadas con adición de áridos volcánicos (muy comunes en sudamérica) o con hormigones porosos (más comunes en Europa). Las losetas o baldosas de áridos volcánicos (Figura 2) son más aptas para piscinas privadas y pequeñas superficies, ya que tienden a acumular más suciedad y, por ello, en una gran superficie como la de un parque acuático requieren de un mayor trabajo de mantenimiento.
Figura 2. Losetas fabricadas con árido volcánico.
Los hormigones porosos (Figura 3) tienen la ventaja de que pueden fabricarse en una amplia gama de colores. Además, su rugosidad hace antideslizantes las superficies de entornos húmedos de ocio y turismo como los parques acuáticos. Otra de sus ventajas es que permiten el drenaje del terreno a su través y, por tanto, reducen el agua de escorrentía (aunque sin prescindir totalmente por ello de drenajes específicos). Los hormigones porosos también se usan mucho en pistas deportivas y en entornos urbanos para combatir el efecto «isla de calor».
Figura 3. Piscina con hormigón poroso.
Otra aproximación al problema es actuar sobre el material de acabado. Los materiales sintéticos acumulan menos calor que los basados en cemento. Por eso la estrategia más común es usar una capa de Kool-Deck (originalmente una marca, ahora ya nombre genérico) o bien un acabado acrílico. El Kool-Deck (Figura 4) tiene un mejor rendimiento para la reducción de temperatura. Como contrapartida, puede perder su coloración con el paso del tiempo. Y requiere de una aplicación especializada sobre hormigón fresco. La solución con materiales acrílicos es más cara, pero más duradera, por lo que es la más utilizada hoy en día.
Figura 4. Piscinas con la típica textura Keystone del sistema Kool-Deck.
Otra opción para evitar el efecto «lagarto en sartén», desde el punto de vista de los materiales, es el uso de piedra natural (Figura 5). Hay algunos tipos de piedras muy usados en piscinas, como las calcarenitas. A pesar de que pueda parecer que su coste será elevado en grandes extensiones de ocio y el turismo, como por ejemplo la de los parques acuáticos, sin embargo, su instalación puede ser viable si se alterna con otras soluciones, según su diseño y localización.
Figura 5. Piedra Albamiel de Rosal Stones.
Por último, contamos con una opción tecnológica para enfrentar la cuestión. Consiste en enfriar el pavimento, de manera inversa a lo que ocurre en los suelos radiantes para calefacción, mediante la circulación interna de un fluido frío (Figura 6). La desventaja de este sistema es que su coste es elevado, por lo que no es muy viable en grandes superficies.
Figura 6. Sistema de enfriamiento con circulación de fluido frío.
Hay otras formas de enfriamiento de los pavimentos, como la nebulización o el regado de las superficies en determinados lugares de la instalación de ocio y turismo y en determinados momentos del día. Y pueden o no usarse en combinación con las anteriores. Sin embargo, estas alternativas afectan negativamente al consumo de agua.
En conclusión, no hay una única solución para la reducción de temperatura en los pavimentos expuestos a la radiación solar. La elección del sistema más apropiado dependerá de las circunstancias de cada proyecto, así como de su ubicación y de la disponibilidad de los materiales a utilizar.
Ah, como os prometíamos, accederéis a nuestro repaso de los sistemas de sombreado a través de este enlace.
Por Miquel Solís, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic