La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en París en 1948 por la Asamblea General de la ONU, afirma en su Artículo 24: «Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas». Se trata de conceptos claramente conectados, de forma que unos son consecuencia de otros. Sin una duración limitada del tiempo de trabajo y sin vacaciones, no sería posible el descanso, mucho menos el disfrute del tiempo libre.

Sin embargo, el concepto de tiempo libre y el de ocio no son equivalentes. Mientras que el primero es el tiempo que queda después de cumplir con nuestras obligaciones, ya sean laborales, sociales o vitales, el ocio se define como una forma de afrontar el tiempo libre. Podemos disponer de tiempo libre y no hacer nada o, por el contrario, realizar actividades para disfrutarlo, como por ejemplo pasar un día en un parque acuático, visitar un parque temático o de aventuras, aprender en un parque de animales… Precisamente, nuestro trabajo consiste en proponer formas divertidas, entretenidas, constructivas, de disfrutar del tiempo libre, que así sube un peldaño cualitativo y se convierte en ocio.

«Ocio» es, según la acepción 3 del Diccionario de la Real Academia, la «diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente por descanso de otras tareas». Efectivamente, los incesantes avances técnicos y tecnológicos, la inclinación de la balanza de la producción hacia el sector de los servicios, así como el reconocimiento general de los derechos humanos en las sociedades industrializadas, favorecen la disminución de las horas de trabajo. Como consecuencia, el ocio adquiere una importancia creciente en la vida de sus ciudadanos.

Esa importancia creciente es cuantitativa, pues implica más tiempo dedicado al ocio, pero también cualitativa. Varios estudios modernos demuestran que las personas que trabajan más de 55 horas por semana tienen alrededor de un 13% más de probabilidades de sufrir un infarto y un 33% más de riesgo de ataque cerebrovascular que aquellos que trabajan entre 35 y 40 horas por semana. Es decir, el tiempo libre en general es decisivo para la buena salud y el bienestar de una sociedad. Pero, en particular, y según expertos, médicos, psicólogos y neurólogos, el ocio tiene beneficios añadidos: favorece el crecimiento personal y social; ayuda al desarrollo económico, ya que crea empleo, bienes y servicios; aumenta la productividad en el trabajo; combate la insatisfacción, el estrés y el aburrimiento; y fomenta la creatividad, además de disminuir la alienación.

Como decimos, en eso consiste nuestro trabajo y el de todas las personas y las organizaciones con las que colaboramos en la industria del ocio, en ofrecer buenos motivos para el empleo del tiempo libre. Nos complace y nos entusiasma formar parte de ella y comprobar que nuestro trabajo contribuye al desarrollo y bienestar de la sociedad.

Fuentes: Wikisource, World Economic Forum, Eumed.net, Institut de Cardiologie de Montréal, The Lancet.