El hormigón SCSC (siglas en inglés para Hormigón de Arena Autocompactante), ha ganado relevancia en la industria de la construcción desde su desarrollo en la década de 1990. Originario de Japón y popularizado en Europa a principios de los 2000, este tipo de cemento se caracteriza por su capacidad de fluir sin necesidad de vibración mecánica. Esta peculiaridad facilita su colocación en estructuras complejas y reduce significativamente al mismo tiempo los costes de mano de obra.

El hormigón SCSC se ha utilizado en todo el mundo para la construcción de obras emblemáticas. Una de sus primeras aplicaciones a gran escala fue en el túnel del Mont Blanc, en los Alpes, una estructura que exigía precisión y resistencia en condiciones extremas. Pero también, gracias a su durabilidad y su resistencia a las cargas, fue clave en la construcción de rascacielos, puentes y grandes infraestructuras. Además, su capacidad para reducir el ruido durante el proceso de aplicación lo convierte en una opción ideal para proyectos en áreas urbanas densas.

Uno de los factores que impulsa su adopción es su contribución a la sostenibilidad. Al disminuir el consumo de energía durante su producción y aplicación, el hormigón SCSC responde a las crecientes demandas de un sector que busca minimizar su impacto ambiental. Asimismo, el uso de materiales reciclados en su composición aumenta su atractivo en proyectos comprometidos con la economía circular y la reducción de emisiones de carbono.

Hoy en día, el hormigón SCSC se posiciona como una de las mejores alternativas en la construcción de infraestructuras sostenibles y eficientes. Con más de 20 años de evolución y desarrollo, su presencia crece todavía en todo el mundo, y transforma así la manera en que se planifica y ejecuta la construcción de grandes proyectos de arquitectura.

Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic