Hard Rock Park, inaugurado en abril de 2008 en Myrtle Beach, Carolina del Sur, Estados Unidos, fue el primer parque temático del mundo dedicado a la música rock’n’roll. A pesar de la fuerte inversión y de la experiencia única que ofrecía a los fanáticos de la música rock, el parque fracasó estrepitosamente apenas 5 meses después de su apertura. Dejaba en la memoria una historia agridulce.
Hard Rock Park contaba con seis áreas temáticas y algunas de las atracciones más innovadoras de su tiempo. Entre ellas, la montaña rusa Led Zeppelin – The Ride, que combinaba velocidad y la música de la legendaria banda británica, o Nights in White Satin: The Trip, una experiencia sensorial inspirada en la famosa canción de The Moody Blues.
La crisis económica global de 2008, que afectó gravemente al turismo y al gasto de los consumidores, redujo la afluencia de visitantes. La competencia con gigantes como Disney World y Universal Studios resultó casi imposible de superar y en septiembre de 2008, apenas 5 meses después de su apertura, Hard Rock Park se declaró en bancarrota.
Hubo entonces un cambio de propiedad y en 2009, bajo el nombre de Freestyle Music Park, se decidió revitalizar el parque que apostaba por un nicho específico de público. La temática se extendió a más géneros musicales, pero los problemas financieros persistieron. Cerró de nuevo definitivamente en septiembre de ese mismo año. De los 30.000 visitantes diarios que se esperaban en temporada alta, el parque temático sólo atrajo a una fracción en su primer año, unos 800.000.
El fracaso de Hard Rock Park y luego del Freestyle Music Park se debió, desde nuestro punto de vista, a una combinación de factores. Entre ellos, la crisis económica, la competencia con parques consolidados, una falta de marketing efectivo y una sobreestimación de la demanda para un parque tan especializado.
Finalmente, las atracciones y estructuras del parque, que fueron vendidas o subastadas, acabaron en otros parques temáticos o en ferias de todo el mundo. A pesar de su breve vida, el Hard Rock Park —o el Freestyle Music Park— nos recuerda los riesgos y desafíos de los parques temáticos de nicho, por muy innovadores que sean.
Por Manuel Ginés, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic
Imagen de portada: Mattersfact – CC BY-SA 4.0