Published On: 13.01.2022|Categories: Artículos|Tags: |

Situado en la zona norte de Etiopía, con acceso al Mar Rojo para comerciar, tierras fértiles que cultivar y disponibilidad de abundante roca para construir, el axumita fue uno de los reinos más ricos de África, hasta que comenzó su declive en el siglo VII d.C. Las primeras noticias que tenemos de él proceden de un texto griego del siglo I d.C. en el que un autor desconocido describe la navegación y las oportunidades de comercio desde puertos egipcio-romanos, a lo largo de la costa del Mar Rojo y África Oriental, hasta la India. Respecto a la arquitectura y construcción que se practicaba en el reino axumita, los vestigios que han llegado hasta nuestros días se concentran en dos vertientes: la arquitectura urbana y religiosa y los monumentos funerarios.

La arquitectura urbana y religiosa, es decir, los palacios, las villas, las casas del pueblo y los templos, se erigían con capas alternas de piedra y madera. Las vigas de madera, elementos de refuerzo de los edificios, se colocaban horizontalmente para sostener los muros y soportar los vanos, ya fueran puertas o ventanas. Una de las características más notables de la técnica etíope axumita es la de dejar que las vigas sobresalgan levemente de los muros. Esta técnica única ha dado en llamarse «cabeza de mono» por la semejanza de estos salientes de madera con cabezas que se asoman a los muros. La mayoría de las estructuras axumitas que se conservan están provistas en todas sus esquinas de grandes bloques de granito o piedra caliza cuidadosamente cortados, que protegen, unen y sostienen las partes más débiles de los muros. El granito y la piedra también se utilizaban para elementos arquitectónicos como columnas, bases y capiteles, puertas, ventanas, pavimentos y escaleras.

Este método de construcción es uno de los elementos de influencia más claros de la arquitectura axumita sobre la arquitectura posterior. El monasterio de Debre Damo, del s. VI, es uno de los ejemplos más antiguos de su ejercicio. Y su influencia llega a algunas de las iglesias excavadas en la roca a principios de la Edad Media en Lalibela. En Biete Amanuel encontramos un ejemplo de esa influencia, aunque de manera meramente ornamental, ya que en este templo no se utiliza la madera como elemento estructural. Otro claro ejemplo de la influencia axumita en arquitectura se encuentra en la iglesia Yemrehanna Kristos, al norte de Etiopía.

Respecto a los monumentos funerarios de la civilización axumita, son muy conocidas las tumbas del rey Kaleb y la de su hijo Gebre Meskel, así como los obeliscos y estelas monumentales asociadas a ellas, en la ciudad de Axum. Datados hacia el s. III, los obeliscos son estructuras monolíticas de piedra tallada de hasta 33 m de altura, con un vértice semicircular sobre una base de lados cóncavos, que servían para conmemorar las hazañas de los reyes axumitas. Una de las particularidades de la construcción de estos monolitos es que se erigían mediante piedras trabadas, en lugar de abrazaderas de hierro. Entre las que han llegado a nuestros días, se encuentra la estructura monolítica más grande jamás construida (más alta que cualquiera de los obeliscos egipcios). Sin embargo, los expertos creen que se derrumbó durante su erección o inmediatamente después, y hoy yace sobre el terreno quebrada en varios pedazos.

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