Los sistemas de nebulización de agua son una solución de protección activa contra incendios reconocida por numerosos reglamentos locales y normas internacionales, entre ellas la de la NFPA 750 (siglas en inglés para la estadounidense Asociación Nacional para la Protección contra el Fuego) y la de la EN 14972 (siglas en alemán para Norma Europea).

Este método se distingue de los sistemas de rociadores convencionales por su capacidad para presurizar agua a entre 70 y 200 bares, es decir a alta presión, y generar en consecuencia gotas de menos de 1000 micras. Estas microgotas enfrían rápidamente el fuego y desplazan el oxígeno debido al vapor producido, y así logran una extinción o supresión efectiva.

Entre las especificaciones más importantes que establecen los estándares reguladores para el uso e instalación de los sistemas de agua nebulizada se encuentran: definición del alcance, determinación de si el sistema debe eliminar, controlar o suprimir el incendio; tipos de sistemas, entre ellos el de tubería seca, activada por detección de incendios, y el de tubería húmeda, que funciona mediante rociadores automáticos; parámetros de diseño, como son la tipología y ubicación de los rociadores, la presión de diseño y el caudal mínimo, entre otros; soportación del sistema, factor crítico debido a las altas presiones de trabajo (de 150 a 200 bares); y duración mínima de descarga, según el tipo de riesgo y las normativas aplicables.

Entre las ventajas de estos sistemas se encuentra la eficiencia de enfriamiento, gracias al proceso de evaporación del agua; la reducción del daño por agua en áreas sensibles como archivos, museos, bibliotecas, edificios históricos y salas de servidores; la seguridad para personas y el medio ambiente, ya que, a diferencia de gases extintores como halones o CO₂, el agua nebulizada no genera riesgos tóxicos ni requiere recintos estancos; la facilidad de recarga y mantenimiento, con una reposición sencilla y económica tras su activación; y la sostenibilidad hídrica, ya que el consumo de agua es significativamente menor en comparación con los rociadores convencionales —pues el agua nebulizada protege una superficie hasta 10 veces mayor que un sistema tradicional.

Sin embargo, estos sistemas también presentan limitaciones y desafíos. Uno de ellos es el diseño técnico complejo que requieren, ya que no son estandarizados y deben adaptarse a las características específicas del riesgo y la normativa aplicable. También presentan limitaciones en espacios abiertos, donde las microgotas tienden a dispersarse, lo que reduce su eficacia. Por último, el alto coste de instalación y mantenimiento, debido a la tecnología avanzada y los componentes especializados requeridos, supone asimismo una limitación.

Por Juan Carlos Soria, ingeniero MEP sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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