La capacidad del agua de causar enfermedades fue desde tiempos antiguos motivo de preocupación para los pueblos humanos. Y ello incluso cuando esos mismos pueblos ignoraban por completo, todavía, que una multitud de microorganismos perniciosos proliferan naturalmente en ella. Y es que, el agua sin filtrar es mala para la salud de los seres humanos, tanto que no son pocos los casos a lo largo de la historia en que, en vez de dar vida, la ha quitado. Veamos cómo hemos llegado, desde aquellos siglos de ignorancia y necesidad, a los de seguridad y disposición de hoy.
Los registros más antiguos hallados respecto al tratamiento del agua proceden de fuentes sánscritas. Efectivamente, una antigua fuente hindú reproduce «la que pudo ser la primera norma sobre agua potable, escrita hace unos 4.000 años», escriben en su tratado A Brief History of Drinking Water, Ellen Hall (ingeniera de Hazen and Sawyer en Fairfax, Virginia, EEUU) y Andrea Dietrich (profesora asociada de ingeniería civil y medioambiental en el Instituto Politécnico de la Universidad Estatal de Virginia, EEUU). Esa norma mandaba al pueblo —y la cita es ahora de Hall y Dietrich— «calentar el agua sucia hirviéndola y exponiéndola a la luz solar y metiéndola siete veces en una pieza de cobre caliente, para después filtrarla y enfriarla en un recipiente de barro».
En cambio, las primeras representaciones gráficas de la purificación del agua hay que buscarlas en Egipto. Según el escritor y egiptólogo británico Sir John Gardner Wilkinson (1797-1875), en cita de la que nos da noticia el JSTOR Daily, «se ha demostrado que los sifones se inventaron en Egipto, al menos en tiempos de Amenofis II», es decir, a mediados del siglo XV a.C. Gardner hace referencia a unas pinturas descubiertas en lo que fue la antigua Tebas, en la tumba de Ramsés III y bajo el nombre de Amenofis II —aunque este extremo queda un poco confuso. El egiptólogo asegura que «su uso se indica inequívocamente mediante un hombre que vierte líquido en unas vasijas y otro que se aplica el sifón a la boca y lo extrae de ahí a una vasija grande». Por su parte, Hall y Dietrich aseguran que los egipcios podrían haber usado alumbre (un tipo de sulfato) como sustancia floculante para la agregación de partículas sólidas suspendidas en el agua.
El pueblo maya, en cambio, utilizó al menos desde el 350 a.C. «un sistema de filtración de agua para conseguir su potabilidad» a partir de una combinación de mineral de cuarzo y zeolita —como escribimos aquí al dar cuenta de un estudio de los profesores Tankersley, Scarborough, Dunning y Carr, de la Universidad de Cincinnati, Estados Unidos.
Hipócrates de Cos, el médico de la antigua Grecia que vivió entre el siglo V y IV a.C., dedicó al líquido elemento, en parte, su tratado Sobre aires, aguas y lugares. En este subraya los peligros de beber agua sin purificar: aunque «las aguas de lluvia son, pues, las más ligeras, las más dulces, las más finas y las más claras (…), deben hervirse y colarse, pues de lo contrario desprenden mal olor y provocan ronquera y espesamiento de la voz a quienes las beben». Es evidente que Hipócrates desconocía que el agua sin purificar produce algo más que simple ronquera, pero su método de hervirla y colarla era sin duda muy adecuado para evitarlo. Así, su rudimentario sistema de filtrado en forma de bolsa de tela llegó a conocerse como la «manga hipocrática».
Los esclavos, picapedreros, ingenieros y arquitectos del Imperio Romano empezaron, a partir del siglo III a.C., a construir acueductos para abastecer de agua a las incipientes ciudades de sus dominios. Para purificarla emplearon varios procedimientos, a decir verdad, bastante elementales. Los propios acueductos servían como primera etapa en la purificación del agua, pues gracias a ellos era expuesta y se producía su aireación. En algunos casos, esos acueductos se construyeron en zigzag para ralentizar su curso y facilitar dicha aireación, pero también la decantación de los residuos sólidos que pudiera arrastrar. Y cuando el agua llegaba a las ciudades, se almacenaba en depósitos cubiertos en los que se dejaba reposar para que los sedimentos restantes acabaran de decantarse.
Ya en el siglo III o IV de nuestra era se conocían varias formas de purificar el agua, como demuestran los textos sánscritos atribuidos a Súsruta, médico y cirujano indio y uno de los fundadores de la medicina ayurveda, que han llegado hasta nosotros como el Sushruta Samhita. Según reseña el doctor Dilip Kr. Goswami (de la Facultad de Ciencias Ayurvédicas y Hospital de Investigación de la Universidad de Sri Sri, India), dichos textos recogen varios métodos de purificación del agua —algunos de ellos, como hemos visto, ya conocidos desde muchos siglos antes—, a saber:
-Si está extremadamente contaminada, hervirla.
-Si el agua está ligeramente contaminada, exponerla a los rayos del Sol.
-Introducir en el agua un trozo de hierro candente también purifica el agua.
-O filtrarla a través de un paño limpio —en un método que no es sino una versión de la manga hipocrática.
-O sumergir en ella las flores de nagakeshara (Mesua ferrea), champaka (Magnolia champaka), utpala (Nymphaea caerulea), patala (Stereospermum suaveolens) y muchas otras. A este respecto, JSTOR Daily cita directamente el Sushruta Samhita: «el agua turbia, por ejemplo, se aclara mediante el uso de coagulantes naturales como las semillas del árbol nirmali (Strychnos potatorum)».
Pero volvamos a la civilización occidental: tras la desaparición del Imperio Romano —es decir, en torno al 450 d.C.—, los acueductos cayeron en desuso y el progreso científico en cuanto a la filtración del agua se detuvo. Llegó la Edad Media y entre el 500 y el 1500 d.C. apenas hubo avances en la tecnología para su purificación. Hubo que esperar a 1627 para que se produjeran nuevos avances. En esa fecha se publicaron —aunque póstumamente— muchos de los experimentos que el filósofo, político y científico británico Sir Francis Bacon realizó con el agua, entre ellos sus intentos de desalinizar la que procedía del mar. A decir verdad, fue el primer científico de la historia que pensó en la desalinización. Bacon intentó realizarla mediante la filtración del agua marina a través de arena, y, aunque sus experimentos fracasaron en lo que respecta a la desalinización, su idea allanó el camino para futuras investigaciones.
En 1676, Antonie van Leeuwenhoek, un comerciante holandés y aficionado científico, tuvo la idea de observar gotas de agua a través de un microscopio que él mismo había perfeccionado. Gracias a su curiosidad, descubrió que en el agua de una laguna existían «pequeños animálculos» que nadaban en círculos. El descubrimiento de Leeuwenhoek significó un avance en la comprensión de la naturaleza del agua y los microorganismos que la habitan, e inauguró la experimentación en la materia —y algunos hasta consideran que con Leeuwenhoek se inició la microbiología. A partir de ese momento, quedó claro que para que el agua pudiera purificarse, debían desaparecer de ella todos los microorganismos nocivos.
Ya en 1746 se patentó el primer sistema de filtrado de agua, que consistía en una combinación de lana, esponja y carbón vegetal para eliminar sedimentos y partículas. Y a partir de finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, el método de filtración lenta del agua por arena se extendió por toda Europa. Con todo, todavía quedaba mucho que investigar y algunos descubrimientos por hacer.
En 1854 se produjo una epidemia de cólera en el Soho londinense, en Reino Unido. Sin embargo, la Ley del Agua de la Metrópolis, vigente desde 1852, obligaba a que el agua que se bebía en Londres se purificara mediante filtración lenta por arena. Eso llevó a muchos científicos y médicos a pensar que las condiciones de suciedad en la ciudad y su atmósfera enrarecida habían causado el brote. El médico John Snow, empero, tenía otra idea: recurrió entonces al método que había servido a Leeuwenhoek para descubrir los microorganismos en el agua estancada. Así pudo identificar las bacterias responsables del brote de cólera del Soho, que procedían de la contaminación de un pozo por aguas fecales. El médico, además, probó a atajarlo con cloro y fue un éxito.
A partir de aquel momento, el gobierno del Reino Unido estableció el tratamiento con cloro, junto con la filtración lenta por arena, como norma para la purificación del agua. Y de allí, la norma se extendió a otros países desarrollados de Europa y América. Y a finales de la década de 1880, Louis Pasteur demostró la «teoría de los gérmenes», que explicaba cómo los organismos microscópicos transmiten enfermedades a través de medios como el agua, y corroboró los descubrimientos de Snow.
A principios del siglo XX, la cloración, junto con los sistemas de filtros de arena para el agua, supuso la eliminación práctica de enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea y la disentería. El cloro fue tan eficaz en la eliminación de estas enfermedades, que la revista Life consideró en 1997 que su uso fue «probablemente el avance más importante del milenio en materia de salud pública».
En las décadas de 1970 y 1980 se desarrolló la filtración por ósmosis inversa y otras técnicas de tratamiento del agua, como la ozonización. No obstante, en la actualidad, la filtración y la cloración representan el sistema de purificación del agua más extendido y usado en todo el mundo. Sin embargo, el avance en las industrias y en la agricultura produce nuevas sustancias químicas artificiales con efectos negativos sobre el medio ambiente y la salud pública.
Muchas de estas nuevas sustancias químicas llegan al agua a través de los vertidos de las fábricas, las escorrentías de las calles y los campos de cultivo. Sin duda, este hecho impulsa la investigación en nuevos sistemas de filtración. Un ejemplo de ello —tal como os informamos en un artículo previo—, es la creación de nuevas membranas capaces de adaptarse para filtrar discriminadamente determinadas sustancias químicas.
Si queréis saber más sobre este último avance, como sobre el sistema de filtración de agua que emplearon los mayas en Mesoamérica —y que hemos citado—, os animamos a leer nuestros artículos:
» Hidráulica: sistema de filtrado de agua utilizado por los maya
» Agua e investigación: nuevo filtro «sintonizable» contra contaminantes químicos
Fuentes: A Brief History of Drinking Water, JSTOR Daily, Water Filters Australia, World Chlorine Organization, EPA’s The History of Drinking Water Treatment, The Internet Classics Archive, A study of the concept of water in Susruta Samhita.