Los modernos centros de datos emiten grandes cantidades de energía térmica, lo que los ha llevado a convertirse también en fuentes de calor útil. Paradigma de esta posibilidad fueron los Juegos Olímpicos de París de 2024. Durante su celebración, el calor residual del centro de datos Equinix PA10 se aprovechó para calentar las piscinas olímpicas, a través de un sistema de intercambio de calor y bombas integrado en la red local.
Un caso aún más ilustrativo se encuentra en la piscina pública de Exmouth (Reino Unido). Allí, la empresa Deep Green instaló un «calderín digital»: un microcentro de datos sumergido en aceite que cede la mayor parte de su calor al agua de la piscina y reduce así drásticamente su factura energética. La iniciativa ha captado tal interés que Octopus Energy invertirá algo más de €200 millones para replicar el modelo en hasta 150 instalaciones municipales. El resultado es calor casi gratuito para el polideportivo y refrigeración a coste mínimo para los servidores.
En Auckland (Nueva Zelanda), la promotora Aventuur y la operadora Spark recibieron aprobación regulatoria para un campus que incluirá un centro de datos y una laguna artificial de 2,2 ha. El excedente térmico del centro de datos, sumado a una planta fotovoltaica de 7 ha, calentará el agua para mejorar la experiencia de surf fuera de la temporada estival. Se trata de uno de los primeros proyectos a escala comercial que integra una atracción acuática y un espacio de ocio de este tipo con infraestructuras de computación de alto rendimiento.
¿Cómo funciona? Los servidores calientan un circuito primario (preferiblemente de refrigeración líquida), mientras un intercambiador transfiere esa energía térmica a un circuito secundario conectado a las bombas de calor del complejo, que elevan la temperatura hasta el nivel requerido por la piscina o laguna. Cuanto mayor sea la temperatura de salida del centro de datos, más eficiente será el rendimiento del sistema.
Programas de «exportación de calor», como el de Equinix PA10, demuestran que esta simbiosis es factible y ampliable a grandes instalaciones deportivas o incluso a viviendas. Se trata de una forma de economía circular térmica, que implica menos consumo de gas y se traduce en ciudades energéticamente más eficientes.
Por Juan Guardiola Cutillas, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic