Bajo el cielo implacable del golfo Pérsico, donde la arena y el asfalto alcanzan temperaturas extremas, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) escriben un nuevo capítulo en la relación entre humanidad y naturaleza. Los biodomos, esas cúpulas de vidrio y acero que albergan ecosistemas completos, han dejado de ser experimentos científicos para convertirse en símbolos de una transformación nacional.
El viaje desde los primeros prototipos hasta las megaestructuras actuales revela una evolución técnica y conceptual. Proyectos pioneros como Biosphere 2 en Arizona demostraron la complejidad de recrear sistemas ecológicos autónomos, con sus fracasos y aprendizajes. El Eden Project británico trasladó el concepto al ámbito educativo, donde mostraba la diversidad vegetal del planeta bajo sus cúpulas geodésicas. Sin embargo, es en el desierto arábigo donde esta tecnología ha encontrado su expresión más ambiciosa.
The Green Planet de Dubái representa un salto cualitativo. Este microcosmos selvático de cuatro niveles recrea condiciones tropicales con precisión milimétrica —entre el 70% y el 90% de humedad, y una temperatura constante a lo largo del año de 24 °C a 26 °C—, a la vez que integra sistemas avanzados de gestión energética.
Detrás de estas maravillas tecnológicas hay una estrategia nacional multifacética. Los EAU, conscientes de que su riqueza petrolera tiene fecha de caducidad, invierten en el ecoturismo, el que por cierto representa ya un segmento clave de su plan de diversificación económica. Ofrecen experiencias inmersivas, sí, pero también lanzan un mensaje claro: nos preparamos para otro tipo de futuro. Uno donde la sostenibilidad no es una opción, sino una condición de existencia.
Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic
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