La descripción que sus artífices ofrecen de esta cafetería-galería de arte-jardín es fiel reflejo del carácter un tanto obtuso, casi inquietante y, en todo caso, poco convencional de su diseño. Sus creadores son los profesionales del estudio de arquitectura RAD+ar, un «grupo indonesio de arquitectos, diseñadores y pensadores (…) cuyo objetivo es llevar la idea de la arquitectura, como el arte de utilizar el espacio de la forma más provocativa, a un enfoque fundamentado en la investigación utópica». El segundo, el proyecto, es el Tanatap Frame Garden de Yakarta, Indonesia. Respecto a su descripción, juzgad vosotros mismos: «prototipo iterativo de espacio verde multinivel con plataformas dinámicas que suben y bajan para crear una cubierta transitable que sirva de extensión para que el público disfrute del parque público desde una perspectiva mejor y más grandiosa».
En su búsqueda de una «arquitectura sin fachada», nuestros colegas de RAD+ar cuentan que el diseño del Tanatap Frame Garden se inició con una pregunta: ¿qué ocurriría si «la flexibilidad de las actividades comunitarias, la exposición de arte y los espacios ajardinados actuaran como permutación ilimitada de la fachada funcional que define el espacio y da forma a la identidad de la propia arquitectura»? La respuesta está en los espacios abiertos, en esa falta de fachada, en la especie de fauces que se abren con avidez al exterior para devorarlo, tragarlo e incorporarlo al interior. Y para redondear su visión, los arquitectos añaden que, con esa perspectiva, los interiores «se convirtieron en un espacio secuencial y no en un espacio inicial».
Pero además, la «yuxtaposición juguetona» de cuatro marcos —los diseñadores se refieren a los cuadros escalonados, decrecientes hacia el interior en la planta superior, o viceversa en la inferior— de acero inoxidable primero, de «obra de arte» después, de hormigón reforzado con fibra de vidrio seguidamente y de cristal por último, crea la «perspectiva bidireccional» del observador observado. De esa manera, para los creadores de RAD+ar, esos cuatro márgenes actúan como los marcos de los cuadros de una exposición, y así los visitantes observan el parque y las perspectivas desde su interior y, al mismo tiempo, son observados como «objeto de arte enmarcado» desde su exterior.
Con todo, al entrar en el edificio, el observador-observado, o sujeto-objeto, camina desde un techo de 2,2 m que aumenta paulatinamente hasta los 7,5 m de altura. En consecuencia, su experiencia es la de quien atraviesa un «sándwich de cerramiento» a lo ancho y a lo alto de los «espacios de sección negativa». Entendemos que se refieren con ello a los planos inclinados que los crean y que se contraponen en la parte superior y la parte inferior de la cafetería, un espacio «tallado por una serie de planos lúdicos simétricos en la planta baja y un contraste de anfiteatro orgánico en la segunda planta». Por último, cabe añadir que la cafetería-galería de arte-jardín actúa como un túnel de viento que recoge las brisas locales y las hace correr para el disfrute de los visitantes. Y, poco más o menos, lo mismo ocurre con la claraboya central que franquea la luz a la primera planta.
Fuente: RAD+ar. Imágenes: Mario Wibowo vía RAD+ar.