Antes del año 2011, la estación de tren de la localidad española de Logroño se ubicaba entre los barrios de Lobete y Cascajos. Las vías del ferrocarril suponían una frontera que partía la ciudad y dificultaba la comunicación urbana y el tránsito de los vecinos entre un barrio y otro.  Es por ello que las autoridades de la ciudad, a través de la Sociedad Logroño Integración del Ferrocarril 2002, convocaron el Concurso Internacional para la Integración Urbana del Ferrocarril en la Ciudad de Logroño. Resultó ganador el proyecto del estudio de arquitectura Ábalos+Sentkiewicz. Las obras de soterramiento de las vías comenzaron en 2009 y, casi tres años después, en diciembre de 2011, se inauguró por fin la nueva estación subterránea y se liberaron nuevos terrenos para la ciudad. En esos terrenos se llevó a cabo la construcción en varias fases del Parque Felipe VI, según los diseños de Ábalos+Sentkiewicz y el paisajismo de Teresa Galí.

La primera fase del Parque Felipe VI se abrió al público en 2012, tras el soterramiento de las vías de tren, entre las calles Juan Boscán y Eliseo Pinedo de la ciudad. En este primer desarrollo, como en los siguientes, tanto en la superficie como en la parte soterrada, un elemento de diseño se repite rítmicamente y recorre todo el proyecto: el triángulo o, en su versión doble, el rombo. Efectivamente, en una combinación de porciones triangulares de áreas verdes intercaladas entre otras romboidales de pavimento, estas figuras son protagonistas en el Parque Felipe VI. Pero además, los triángulos y los rombos configuran uno de los elementos más singulares de todo el proyecto, ya presente en esta primera fase. Se trata de grandes lucernarios que, mediante un ingenioso sistema de espejos, transfieren la luz del exterior al interior de la zona de andenes de la estación.

Posteriormente, se inició una segunda fase que incluía la elevación del terreno sobre la entrada a la estación de trenes de la ciudad. Pues bien, encima de ella y con el mismo diseño y los mismos motivos en su arquitectura y paisajismo, se prolongó el parque. Sin embargo, a partir de 2019 se inició la construcción de una cúpula que resultaba de unir esta entrada a la estación de trenes con otra de diseño especular y que serviría de entrada a la estación de autobuses. La obra de la cúpula finalizó en septiembre de 2020 y, de nuevo, el Parque Felipe VI se prolongó sobre ella, como en una colina, y se extendió al lado opuesto. En este incorporaba un estanque lúdico de 1.200 m3 que disponía además de una «zona de pediluvio». En todos los casos, la forma triangular volvió a protagonizar el jardín elevado sobre la cúpula de la estación, ahora intermodal.

La responsable del paisajismo, Teresa Galí, asegura que «el sistema de riego y, a su vez, la disposición de recorridos principales, dan las reglas para definir y ordenar todo el parque». Con ello nos da una muestra de la complejidad del proyecto de jardín elevado y de su gestión en el resto de su recorrido. Efectivamente, el agua de lluvia se filtra a través del terreno, se recoge en aljibes y se reutiliza, de manera que el jardín Felipe VI funciona como una esponja. Por lo demás, las especies vegetales que lo pueblan se seleccionaron cuidadosamente, de acuerdo con el régimen climático de la zona geográfica y con criterios de sostenibilidad y de fomento de la biodiversidad.

Fuentes: Ábalos+Sentkiewicz, Nuevecuatrouno, Actualidad Rioja Baja, Wikipedia 1, Wikipedia 2, Logroño Integración del Ferrocarril 2002, S.A.
Imágenes: Wikipedia, Ábalos+Sentkiewicz y Logroño Integración del Ferrocarril 2002, S.A.

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