El diseño universal consiste en el ejercicio del diseño con el objetivo fundamental de que los entornos, productos y servicios que crea sean accesibles para todas las personas, independientemente de sus habilidades, su edad o sus características individuales.

El diseño universal surgió en los años 60 y 70 como reflejo de la voluntad de responder a las necesidades de las personas con diversidad funcional. Sin embargo, hoy se aplica a una amplia gama de situaciones. Ya sea en el diseño de edificios y espacios públicos, o de utensilios de cocina, teléfonos móviles o vehículos, o de servicios como el transporte público o la atención médica, todas las instancias son susceptibles del diseño con perspectiva universal.

El diseño universal se fundamenta en principios que incluyen la equidad y la flexibilidad de uso, la simplicidad e intuitividad, la información perceptible, la tolerancia al error, la baja exigencia física, el tamaño y espacio adecuados para el acceso y uso, etc.

Además del objetivo principal de garantizar la accesibilidad y el uso, el diseño universal también mejora la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, la eliminación de barreras físicas en los edificios y en la arquitectura en general ayuda a las personas con diversidad funcional, pero también a los mayores o las familias con carritos de bebé. Del mismo modo, el uso de pictogramas o iconos en la señalización en lugar de textos, sirve para hacer de los entornos lugares más fáciles de transitar para personas que no hablan el idioma local.

Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic