La reducción de los tiempos de desplazamiento en las ciudades tiene muchas implicaciones. Con ella, las personas ganamos tiempo y, por tanto, comodidad y salud. Además, las ciudades y el planeta también ganan en salud, ya que dicha reducción implica la disminución de los transportes contaminantes y, por tanto, un recorte drástico de las emisiones de gases de efecto invernadero. Al fin y al cabo, según algunas fuentes, las ciudades son responsables de más del 60% de esas emisiones.

El urbanista Clarence Perry fue el primero en plantear un urbanismo centrado en la reducción de los tiempos de desplazamiento, entre otras cuestiones. Para ello empleó por primera vez, en el Plan Regional de Nueva York de 1929, el término «unidad vecinal». Con él se refería a un tipo de urbanismo dividido en barrios o unidades vecinales, compuestas por un grupo de familias suficientes para llenar de alumnos una escuela elemental. De esta forma, y en aquellos tiempos, estos vecindarios contarían con entre 1.000 y 2.000 alumnos cuyo recorrido cotidiano a la escuela no superaría los 800 metros.

En la actualidad, el urbanismo vuelve a dar prioridad a la reducción de los desplazamientos y la humanización de las grandes ciudades. El concepto paradigmático del nuevo urbanismo es el de la ciudad de 15 minutos. Según este, nadie debería tardar más de un cuarto de hora en llegar desde su hogar, en bicicleta o andando, a cualquier servicio básico, sea de ocio, de compras, sanitario o educativo. No debería excederse ese tiempo incluso en el desplazamiento al trabajo. Ciudades como París, Copenhague o Barcelona han adoptado este modelo para reformular su urbanismo.

Si tenemos en cuenta que las estimaciones indican que siete de cada diez personas vivirán en una ciudad en 2050, resulta evidente que el único modelo sostenible a medio y largo plazo debe ser el de una urbe adaptada a la persona y en armonía con el medio ambiente. Parece inevitable que esta transformación termine por producirse, aunque sea de forma lenta. Así, el futuro quizá traiga la descentralización de servicios por distritos, la reducción del tráfico privado, el fomento del transporte público y la prioridad para los peatones, así como la multiplicación de los pequeños comercios, nuevos espacios verdes, supermanzanas, coworking, extensión de los carriles bici, etc.

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Por Manolo Barberá, modelador hidráulico sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic