La mayoría de zonas urbanizadas se extienden en la actualidad sobre superficies impermeables. Solo las zonas verdes resultan permeables a las aguas de lluvia. Este hecho produce dos consecuencias relacionadas entre sí:

  • El agua de lluvia no se infiltra en el terreno, por lo que no se almacena en el subsuelo y se pierde para futuros usos.
  • La mayor parte de la lluvia se convierte en agua de escorrentía, lo que hace necesaria su recogida mediante redes pluviales y de drenaje y su posterior transporte a depuradoras.

Sin embargo, existe una opción en construcción que permite, por un lado, aprovechar el agua procedente de la lluvia y, por otro, disminuir la de escorrentía, de forma que las infraestructuras para su drenaje sean de menor tamaño. Para ello, proponemos una estructura compuesta por varias capas de suelos porosos susceptibles de infiltración:

  • Una capa superficial permeable, como una cobertura vegetal o un pavimento poroso en caso de que sea necesario que el suelo esté pavimentado.
  • La segunda capa consistiría en un estrato de arena gruesa de espesor medio.
  • En tercer lugar, una capa de gravas de mayor espesor. Esta es la capa cuya función sería el acopio del agua infiltrada. En la parte baja de este estrato se instalan tubos de drenaje para conducir el agua a pozos, depósitos, etc. Desde estos será bombeada para su utilización.
  • La última capa es una lámina de geotextil impermeable o de arcilla, que haría las funciones de contenedor de agua.

De esta forma, conseguimos almacenar el agua procedente de la lluvia y utilizarla posteriormente para el regadío, el baldeo de calles u otros usos.

Por Luis Llor, ingeniero hidráulico en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic