¿Te has preguntado alguna vez cómo nos hacen sentir los espacios que visitamos o habitamos y por qué? Una nueva tendencia que ha dado en llamarse arquitectura «neuro-amigable» se fundamenta en la idea de que el diseño de edificios y lugares no solo sea estéticamente atractivo y funcional, sino que también favorezca nuestro bienestar mental y emocional. En un contexto en el que estrés y desconexión de la naturaleza son cosas de cada día, el diseño de espacios adquiere relevancia con esta perspectiva arquitectónica. Esta pone precisamente a las personas y su bienestar en el centro del diseño.
Así pues, el diseño de un espacio neuro-amigable, debe considerar una serie de principios fundamentales que favorezcan el bienestar, a saber:
-La luz del sol tiene un impacto positivo en nuestro ánimo y nuestros niveles de energía.
-La integración de la propia naturaleza, o biofilia, ayuda a que las personas se sientan más conectadas con su entorno natural.
–Colores suaves, texturas agradables y formas que fluyen ayudan a reducir el estrés diario
-Los espacios flexibles, que se adaptan a las distintas necesidades y momentos de las personas que los habitan, sin duda, hacen la vida más agradable.
-Y, por supuesto, el control del ruido, ya que un ambiente ruidoso dificulta la relajación y la concentración.
Estos espacios neuro-amigables mejoran nuestro ánimo, pero incrementan además nuestra productividad, reducen la ansiedad y fomentan la conexión social y el sentido de comunidad. Las oficinas que buscan favorecer la creatividad, las escuelas que convierten el aprendizaje en una experiencia acogedora, o los hospitales que hacen sentir bien a los pacientes, adoptan abiertamente la perspectiva de la arquitectura neuro-amigable.
Por Ángel Ibáñez Pérez, ingeniero MEP sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic