Hace 88 millones de años, una gran isla se desgajó del subcontinente indio y viajó durante ese tiempo para llegar hasta el punto geográfico donde se encuentra hoy en día, en el Océano Índico, frente a la costa sureste del continente africano. Se trata de la isla más grande de África y la cuarta del mundo. Es la isla de Madagascar. Su origen particular la convierte en un lugar de características únicas, donde la naturaleza ofrece una de las mayores biodiversidades del planeta y donde habita una gran variedad de bosques y animales endémicos. Un «mundo aparte», así se refieren a menudo los cronistas y viajeros a la gran isla.

Con una extensión de 587.041 km2, Madagascar es mejor conocida como destino para el ecoturismo y el turismo de naturaleza y vida salvaje. Sin embargo, sus costas ofrecen playas paradisíacas, en el interior se encuentran paisajes espectaculares y su rica historia, protagonizada por periodos monárquicos, otros coloniales y luchas por la independencia, proporciona abundantes vestigios históricos. Desde 1990, pese a algunos altibajos, el número de turistas en el país ha crecido a una tasa promedio del 11% cada año. En 2019, 375.710 turistas visitaron la isla. En este sentido es un destino todavía por explorar.

De entre sus numerosas atracciones turísticas, destacamos las siguientes:

En la costa este del país se encuentra la Isla Sainte Marie, lugar predilecto de piratas y corsarios en tiempos pretéritos. Restos de sus barcos hundidos se encuentran en algunas de sus bahías, una atracción espectacular para buceadores. Además, en verano y en otoño, pueden avistarse desde su costa ballenas jorobadas.

La pequeña isla de Nosy Be, en el norte, ofrece al visitante numerosas bahías y playas de aguas turquesa, aunque su principal interés radica en los paisajes, los hoteles y los magníficos restaurantes donde degustar recetas locales y mariscos del lugar.

En el suroeste del país se encuentra el pueblo de pescadores de Ifaty. Frente a él, una barrera de coral de casi 100 km protege las playas de las olas del océano, lo que las convierte en destino ideal para el buceo y la pesca. En la zona desértica del interior no debe dejar de visitarse el bosque de la especie endémica de baobabs, de formas extrañas y siglos de antigüedad. Estos árboles también son una atracción imprescindible para los turistas y visitantes en la llamada Avenida de los Baobabs, en la carretera de tierra entre Morondava y Belon’i Tsiribihina, en el oeste de la isla.

La Colina Real de Ambohimanga es uno de los vestigios históricos del país, hogar de la realeza de Madagascar, donde es posible contemplar artefactos del gran rey Andrianampoinimerina y su palacio de paredes de palisandro macizo. El complejo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001.

Finalmente, son numerosos los parques nacionales con que cuenta el país, donde pueden contemplarse las especies endémicas y algunos de los paisajes más espectaculares de la isla. Ranomafana, Masoala o Andasibe-Mantadia son solo tres de ellos.

Debido a que el francés es la segunda lengua de Madagascar, y a los lazos históricos que mantiene como ex colonia, el 60% de los turistas que la visitan procede de Francia. Este hecho, unido a la escasa saturación de su mercado, hacen previsible un crecimiento sostenido del turismo durante las próximas décadas. Este «mundo aparte», por tanto, será una nueva oportunidad para el desarrollo del sector y las inversiones turísticas internacionales en el futuro.

Fuentes: Wikipedia 1, Wikipedia 2, Touropia, Trading Economics y World Data.