En 1752, Francisco Esteban de Lorena y Borbón-Orleans, también conocido como Francisco III de Lorena y luego Francisco I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, comenzó en Viena una colección de animales exóticos y fieras, que alojó en jaulas, en los jardines del Palacio Schönbrunn. Se dice que su esposa y jefa de la casa real, María Teresa, accedió al capricho de su marido con la condición de que no incluyera ningún animal que pudiera devorar a sus hijos. En 1779, cuando la colección contaba con un buen número de ejemplares de todo el mundo, decidieron abrir sus puertas al público. La atracción se hizo tan popular que en 1828 una famosa jirafa influyó en la moda vienesa. Así nació el parque zoológico más antiguo del mundo todavía en funcionamiento (ya que en la antigüedad existieron en Mesopotamia, Egipto, China, Roma, etc.), el Tiergarten Schönbrunn.
Le sigue en antigüedad el Ménagerie du Jardin des Plantes, de París. El que fue un jardín botánico durante 150 años, comenzó a incorporar a su extensa variedad de flora, algunas especies animales en 1793, y un año después se abrió a la curiosidad de los visitantes del país. Los primeros animales llegaron de la poco apreciada casa de fieras de Versalles, mientras que el duque de Orleans añadió algunos más de su colección privada. En pocos años, se sumaron elefantes, avestruces, osos y otros especímenes, adquiridos gracias a las conquistas de Napoleón, o como regalos de familias acomodadas de toda Europa.
El ZSL London Zoo comenzó en 1828 como la Sociedad Zoológica de Londres, un centro de estudios científicos cuyo principal objetivo era el de clasificar a las criaturas del reino animal. Su acceso estaba limitado a los socios de la institución y a sus invitados, aunque se dice que los guardas de la puerta admitían a casi cualquier persona que pudiera pagar un chelín. Entre los habituales del ZSL London Zoo de entonces se cuenta a Charles Darwin, que estudió a los primates de la colección para su obra El origen de las especies. Sin embargo, por necesidades económicas, el zoológico abrió sus puertas a los curiosos en 1847, y desde entonces se ha convertido en uno de los parques de animales más famosos del mundo.
A los anteriores les sucede en antigüedad el Dublin Zoo, en Irlanda, abierto en 1831, o el Royal Artis Amsterdam Royal Zoo de Holanda, que abrió sus puertas en 1838. O el Antwerp Zoo de Bélgica, abierto en 1843. O Berlin Zoo, de 1844, en Alemania. En EE.UU., el zoo más antiguo es el Philadelphia Zoo, que debido a la guerra civil no pudo abrir sus puertas en 1859, como estaba previsto, sino que lo terminó por hacer en 1874. El parque zoológico más antiguo de Asia es el Trivandrum Zoo, de 1857, en el estado de Kerala, al sur de la India. Y en Australia todavía puede visitarse el Royal Melbourne Zoological Gardens, abierto en 1862.
En sus inicios, los zoológicos fueron un tributo a la curiosidad de los ciudadanos y también recintos destinados a la investigación y el estudio de los animales. En aquellos años del s. XIX la extinción de las especies no era un problema, como lo es hoy, y el bienestar de sus ejemplares tampoco era una prioridad. Sin embargo, hoy en día, la gran mayoría de los parques de animales mantienen un claro compromiso con el bienestar animal, con la conservación de las especies en peligro y con la educación de niños y jóvenes visitantes.
Hoy, a la hora de la construcción de zoológicos y parques de animales, reproducimos los hábitats originales de las especies en espacios abiertos y amplios, nos ocupamos de su estrés y procuramos su felicidad en la medida de lo posible. En cuanto a conservación, es habitual que alguna de las criaturas en peligro de extinción sea protagonista de los noticiarios porque ha logrado reproducirse en alguno de dichos parques. Y con 700 millones de visitantes al año según diversas fuentes (incluidos los acuarios), los zoológicos y parques de animales del mundo cumplen una importante misión educativa en el respeto de la naturaleza y la vida salvaje. Por último, hemos de considerar que varios cientos de miles de personas, entre biólogos, científicos, veterinarios, educadores, investigadores, cuidadores y otro personal, trabajan en estas instituciones en todo el mundo con el objetivo de asegurar que sus condiciones son las mejores que puedan proporcionarse a los animales.