Desde la década de 1940, Pousadas de Portugal es una red de 44 hoteles históricos de lujo distribuidos por la geografía del país. Propiedad del Estado portugués, es el Grupo Pestana Pousadas, en cambio, el que se ocupa en la actualidad de la operación de dicha colección de alojamientos. Uno de ellos es precisamente el hotel Pousada Palácio Estoi. Situado en el corazón del Algarve, apenas a 10 km de la ciudad de Faro, en el sur de Portugal, Pousada Palácio Estoi merece un lugar en estas líneas, que dedicamos a los hoteles más especiales del mundo. Al fin y al cabo, se trata de un tesoro de arquitectura ecléctica, un palacio del siglo XVIII, meticulosamente restaurado, que combina influencias barrocas, neoclásicas y románticas.

Arquitectura del hotel Pousada Palácio Estoi

Organizado en forma de U alrededor del Jardim do Carrascal —antiguo acceso al palacio—, Pousada Palácio Estoi presenta un exterior sobrio que contrasta con la riqueza decorativa de sus interiores. No obstante, domina la composición de la fachada principal un cuerpo central más elevado, que evoca el estilo Luis XV —es decir, el estilo arquitectónico Rococó—, con frontones contracurvos, pilastras jónicas y grandes óculos que lo traspasan, y rematado con una balaustrada que sostiene estatuas y jarrones. Las alas laterales, por el contrario, se despliegan con mayor sencillez.

Al cruzar el umbral, descubrimos estancias palaciegas de lujo y refinamiento. En los techos del Salón Noble, corazón del palacio, el pintor Adolfo Greno dejó volar su pincel bajo cielos de eco mitológico. La gran sala, ricamente decorada con molduras, pilastras, figuras aladas, estucos dorados, festones y guirnaldas, y con los mismos ojos de buey que descubrimos en la fachada, nos devuelve un semblante, ahora sí, de un irredento, decidido y esplendoroso rococó francés, con muebles laqueados que parecen sacados directamente de Versalles.

No lejos de allí, la antigua capilla, convertida hoy en recepción del hotel, conserva intacta su atmósfera sagrada, con los típicos azulejos portugueses, en este caso de estilo barroco, arcos de piedra de medio punto, bajo una cúpula donde la Ascensión de Cristo, obra de Francisco Luís Alves, parece desafiar las leyes de la gravedad.

Los jardines, obra maestra del paisajismo portugués, descienden en cascada sobre tres niveles. En el nivel superior, dos miradores contemplan los parterres geométricos de la parte inferior, donde bustos de mármol, quizá figuras ilustres de otros tiempos, parecen vigilar los setos —aunque alguno mire distraídamente al horizonte— e interrogarse por los pensamientos que cruzan la mente de los relajados huéspedes. Un sistema hidráulico heredero de la tradición árabe, por cierto, alimenta las fuentes y estanques que ornamentan estos jardines. En particular, la magnificente Fonte de Ossónoba, conjunto escultórico de mármol de Carrara en el que sirenas y ninfas, ajenas a lo humano, se recrean ociosa e indolentemente entre los juegos de agua.

Historia del hotel Pousada Palácio Estoi

Los orígenes de este magnífico hotel se remontan al siglo XVIII, cuando el mariscal Francisco de Pereira Coutinho, un noble vinculado a la corte portuguesa, adquirió la finca que ocupa hoy. Sin embargo, fue su hijo, Fernando de Carvalhal e Vasconcelos, quien inició en el siglo XIX la transformación de la propiedad en un palacio. Para ello, se inspiró en el romanticismo del Palácio da Pena, en Sintra. Las obras, interrumpidas por sucesivas muertes en la familia —la primera de ellas la del propio Carvalhal e Vasconcelos—, no se completarían hasta finales del siglo XIX.

Fue entonces cuando el farmacéutico y empresario José Francisco da Silva —posteriormente nombrado Vizconde de Estoi por el rey Carlos I— adquirió el inmueble en estado de semiabandono. Entre 1893 y 1909, Da Silva invirtió una fortuna en contratar a artistas portugueses e italianos para restaurar y ampliar el palacio y decorar sus salones con frescos, azulejos y mobiliario de estilo francés. La inauguración, en mayo de 1909, fue un evento social de primer orden, con 3 días de festejos que incluyeron misas, conciertos y banquetes.

Tras la muerte del vizconde en 1926, el palacio pasó por varios dueños y cayó en un progresivo deterioro. En los años 60 del siglo XX ya se hablaba de convertirlo en museo o pousada. Sin embargo, no fue hasta 1987 que el Ayuntamiento de Faro lo adquirió para salvarlo. Tras una década de restauraciones, el arquitecto Gonçalo Byrne lideró su transformación en hotel, con sumo respeto por su esencia histórica, mientras que fue el arquitecto paisajista João Ceregeiro el encargado de devolver a los jardines su antiguo esplendor. Ambos integraron al mismo tiempo el anexo con 63 habitaciones, spa y piscina exterior que completa el complejo hotelero actual.

A tan solo 13 km de las playas del Algarve y cerca del Parque Natural da Ria Formosa, el palacio es también punto de partida para visitar las ruinas romanas de Milreu o el centro histórico de Faro. Monumento vivo donde pasado y presente se dan la mano, Pousada Palácio Estoi es un hotel ideal para viajeros que buscan cultura, relax y un toque de realeza. Un palacio algarvio que demuestra que la historia, cuando se preserva con esmero, es el mejor de los lujos.

Fuentes: Wikipedia, Pousadas de Portugal, Pousada Palácio Estoi, Secret Places.
Imágenes: Pousada Palácio Estoi.

¿Le ha gustado la noticia? ¡Compártala en sus redes!