En la selva tropical de Camerún, a unos 40 km al norte de la ciudad de Kribi, ha crecido durante los últimos años, casi de forma natural, y gracias a la iniciativa de la organización sin ánimo de lucro Warka Water y el trabajo de su fundador, el arquitecto italiano Arturo Vittori, una aldea llamada Warka Village. Según leemos en su presentación, se trata de «una comunidad autosuficiente concebida para proporcionar un entorno de vida digno a un máximo de 100 personas». En este caso, esas personas, las cuales viven de hecho, en la actualidad, en la aldea, pertenecen a la población de los pigmeos —a todo esto, junto con los bosquimanos y los hotentotes, los más antiguos pobladores de África— y otros grupos étnicos locales.
Lo que llama nuestra atención tanto como para compartir con vosotros noticia de este proyecto, es el hecho de que la arquitectura cobra en él todo su sentido como disciplina destinada a dar refugio, bienestar y vida a las personas. En este sentido, una arquitectura «heroica y sorprendente» como esta, hecha a mano con la simple fuerza de sus pobladores, sin maquinaria, con técnicas indígenas y materiales naturales extraídos de la selva, ha resultado en una serie de estructuras homogéneas, similares a hojas caídas de los árboles, las cuales «honran la identidad cultural de la comunidad y su entorno único». Entre dichas estructuras se cuentan 2 Torres Warka, un depósito de agua, 6 viviendas comunitarias, un taller, una instalación de saneamiento, una cocina y una estación de compostaje.
Las Torres Warka, dos objetos cilíndricos un tanto misteriosos, cubiertos de hojas de rafia como el resto de edificios de la aldea, albergan en realidad «un sistema pasivo de recogida de agua». Sendas torres son capaces de extraer de la atmósfera, gracias a fenómenos naturales como la niebla y el rocío, gracias a la gravedad, la condensación y la evaporación, pero también a las lluvias, entre 40 y 80 l de agua potable al día —de acuerdo con las condiciones meteorológicas locales.
En cambio, leemos que la Vivienda Warka (o Warka House) es «una unidad residencial sostenible» cuyo diseño, del arquitecto Vittori, mejora las casas tradicionales africanas, sin perder por ello sus rasgos culturales, «gracias a un suelo aislante, un techo impermeable a la lluvia, ventilación natural y protección contra los mosquitos», elementos que proporcionan «mayores niveles de higiene y confort».
Por su parte, la Cocina Warka (Warka Kitchen) es un espacio común que la comunidad emplea para preparar la comida, «un entorno higiénico y bien organizado», pero también un «espacio social para que los aldeanos coman juntos».
A las estructuras anteriores, las más conspicuas y relevantes del conjunto, se suma el «Saneamiento Warka» (Warka Sanitation), que proporciona agua potable para la «higiene personal» y letrinas adecuadas. Con instalaciones separadas para hombres y mujeres, cada «aseo» tiene 2 salidas, una que canaliza la orina y otra para los residuos sólidos. El sistema convierte los desechos humanos en un compost útil para los huertos asociados a las viviendas en particular y la aldea en general.
Sin duda, Jean Jacques Rousseau encontraría en un poblado como este, cuya disimulada artificialidad se somete por completo a la tradición, el entorno y sus pobladores, el lugar perfecto para situar a los protagonistas de su idea del buen natural. Desde aquí, nuestro aplauso a tan bello proyecto de arquitectura y construcción.
Fuente e imágenes: Warka Village.