Los ríos han atraído históricamente a sus riberas la fundación de las ciudades y son fundamentales en su desarrollo. Proporcionan agua potable, una ruta de transporte y comercio, y recursos para la agricultura y la energía. El río Nilo en Egipto, el Tíber en Roma, Italia, o el Sena en París, Francia, son ejemplos que muestran su importancia histórica.

Sin embargo, a partir del siglo XVII, y especialmente con la Revolución Industrial, las riberas de los ríos fueron ocupadas por industrias y grandes infraestructuras, lo que tuvo como consecuencia su degradación. El río Támesis en Londres, Reino Unido, o el Cuyahoga en Cleveland, Ohio, EEUU, son solo dos entre muchos ejemplos. No obstante, desde mediados del siglo XX, pero notablemente en lo que llevamos del XXI, una creciente conciencia ecológica impulsa la recuperación de las orillas de los ríos.

Proyectos como el Cheonggyecheon en Seúl, Corea del Sur, o Madrid Río, en España, han revitalizado los ríos que atraviesan los centros urbanos. Y la renovación del río Hudson en Nueva York, EEUU, y del río Spree en Berlín, Alemania, demuestran que los ríos recuperados son motores de renovación urbana y económica. Así, transformados en parques lineales, estos nuevos espacios públicos, que integran la naturaleza en el corazón de las ciudades, mejoran la calidad de vida y la salud de sus habitantes.

Con todo, la tendencia actual a la revitalización permite que los frentes de los ríos, verdaderas arterias de agua, vuelvan a desempeñar un papel preeminente en las ciudades. Al fin y al cabo, un equilibrio entre desarrollo y naturaleza es imprescindible para el bienestar de la población y el futuro urbano, para construir ciudades más sostenibles y habitables.

Por Guillermo Ferrer, arquitecto sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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