Los llamados «aisladores sísmicos» son dispositivos instalados en la base de pilares y en los fundamentos de los edificios para mitigar el efecto de los movimientos sísmicos sobre ellos. Compuestos principalmente por materiales elastoméricos y superficies deslizantes, absorben la energía generada por los terremotos y evitan su transmisión a la estructura superior.

Una de las ventajas de la instalación de aisladores sísmicos en un edificio, es que mejoran su resistencia sísmica, sin necesidad de hacerlo más pesado o más rígido. En consecuencia, además de proteger eficazmente el edificio ante los terremotos, los aisladores sísmicos reducen las necesidades económicas en su construcción, respecto de otras alternativas para hacerlos seguros, y amplían la flexibilidad en su diseño y su arquitectura.

Su aplicación es crucial para la seguridad de los edificios de importancia vital, como los hospitales. Durante una crisis, después de un terremoto, los hospitales no pueden interrumpir sus operaciones, no solo por los pacientes que ya aloja, sino también por los heridos que previsiblemente afluirán a él a consecuencia del fenómeno geológico. Es por ello que el uso de aisladores sísmicos es cada vez más común en este tipo de construcciones.

Además de permitir que funcionen los hospitales, los aisladores sísmicos también protegen las inversiones en equipos médicos altamente sensibles, que podrían resultar dañados por las sacudidas y las vibraciones generadas por los movimientos telúricos. Además, reducen significativamente los costosos gastos de reparación del edificio, en caso de que se vea afectado por el sismo.