El agua es un elemento fundamental con el que trabajamos diariamente en la compañía Amusement Logic, por lo que siempre estamos atentos a las novedades, las curiosidades y los descubrimientos que se realizan en cualquiera de sus aspectos. Hoy os traemos los resultados de un estudio sobre lo que ha dado en llamarse la «máquina del agua de Bengala», publicado recientemente en la revista Science de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Los autores de la investigación son Mohammad Shamsudduha, Richard G. Taylor y Md Izazul Haq, del University College of London (UCL); Sara Nowreen, de la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Bangladesh; Anwar Zahid, de la Junta de Desarrollo Hídrico de Bangladesh; y Kazi Matin Uddin Ahmed, de la Universidad de Dhaka, Bangladesh.

El artículo publicado en Science recoge los resultados del análisis de un millón de observaciones del nivel de las aguas subterráneas en 465 pozos de todo Bangladesh, recogidas semanalmente a lo largo de 30 años, entre 1988 y 2018. Tal como resume el UCL, la amplia investigación concluye que el bombeo colectivo de aguas subterráneas por parte de unos 16 millones de pequeños agricultores de arroz en Bangladesh «ha creado vastos depósitos naturales en el subsuelo que rivalizan con las presas más grandes del mundo». Al mismo tiempo, esas grandes reservas sostienen «un regadío que ha transformado un país antes propenso a la hambruna en una nación con seguridad alimentaria». Concretamente, el estudio estima que las lluvias monzónicas han depositado en el subsuelo de Bangladesh entre 75 y 90 Km3 de agua durante los últimos 40 años, es decir, el doble de la capacidad del Embalse de las Tres Gargantas de China.

Pero, ¿cuál es el proceso que ha transformado en tierras altamente productivas, de hasta triple cultivo, gran parte de las llanuras aluviales de monocultivo de Bangladesh y convertido al país en el cuarto productor mundial de arroz? Primero, para entender cómo surgió, debemos retroceder hasta principios de los años 90, entre 1992 y 1994, cuando unas terribles sequías azotaron a Bangladesh. Como consecuencia, un número rápidamente creciente de campesinos de arroz recurrieron a las aguas subterráneas para regar sus campos y pusieron así en marcha la «máquina del agua». Durante los años siguientes, la extracción de agua del subsuelo en la estación seca, periodo interanual entre noviembre y abril, hizo descender la capa freática. Con ello, cuando llegaron las intensas lluvias de la estación de los monzones, entre mayo y octubre (momento en que se producen el 90% de las precipitaciones del país), las aguas encontraron un estrato más amplio y profundo de tierra dispuesto a absorberlas. Así se redujeron las inundaciones, por una parte, mientras que, por otra, esas mismas aguas quedaron cautivas en el estrato de tierra insaturada y, en vez de drenar hacia el golfo de Bengala, descendieron a recargar los acuíferos.

Tal como explica Mohammad Shamsudduha, del UCL, «la máquina de agua de Bengala es una solución basada en la naturaleza que requiere una intervención comparativamente mínima —es decir, pozos de irrigación poco profundos, a menos de 100 metros bajo el nivel del suelo— en relación con las presas». Sin embargo, el sistema tiene sus limitaciones. Así, según palabras del mismo geólogo, la tasa de recarga aumentó en 153 de los 465 pozos (35%) en los que realizaron sondeos, mientras que en el resto «el porcentaje de cambio era diferente». «Incluso me horrorizó», decía el científico, «ver algunos datos de los sondeos, porque el almacenamiento de agua en esos lugares es casi nulo». Estos datos ponen de relieve que una geología de baja permeabilidad superficial puede resultar restrictiva para la recarga inducida del acuífero.

Según el estudio, «las llanuras aluviales de los trópicos estacionalmente húmedos cubren una superficie de casi 4 millones de km2» del planeta. En muchas de esas áreas, y siempre que la geología del terreno lo permita, podría reproducirse la irrigación sostenible que representa la máquina del agua de Bengala. Con ello aumentaría la seguridad alimentaria y se reduciría el riesgo de inundaciones.

A aquellos que habláis bengalí (y para los que no, las imágenes son suficientemente interesantes), os animamos a saber más a través del canal bangladeshí Channel 24, con este breve documental: