Las instalaciones MEP (siglas en inglés para Mecánica, Electricidad y Fontanería) son esenciales para el funcionamiento seguro y continuo de cualquier edificio. Si bien el servicio de estas instalaciones se puede ver interrumpido por múltiples contingencias, existen sin embargo casos en los que dicha interrupción simplemente no es admisible. Se trata de aquellas situaciones en las que, si dejan de funcionar, se pondría en riesgo a las personas o se ocasionarían cuantiosas pérdidas económicas; en otras ocasiones, es el propio diseño el que impone esa continuidad.

Pues bien, en estos contextos en los que calificamos como infraestructuras críticas a las instalaciones MEP, su continuidad operativa depende de dos factores: la fiabilidad y la redundancia. Y existen una serie de indicadores que evalúan la probabilidad de fallo y el tiempo necesario para restaurar el servicio. Una de esas clasificaciones, que se fundamenta en códigos de redundancia, es la Tier Classification del Uptime Institute. Esta diferencia varios grados de disponibilidad de las instalaciones MEP:

N (básico): consiste en una configuración de capacidad única, sin componentes de respaldo.

N+1 Parcial: se da cuando se duplican equipos independientes, aunque exige parada del sistema para su mantenimiento.

N+1 Completa: esta configuración duplica equipos críticos con caminos diversificados, y permite el mantenimiento sin interrumpir el servicio.

2N o 2N+1: en este caso, los sistemas duplicados son totalmente independientes, capaces de soportar fallos sin afectar a la operación.

La aplicación de estos principios se materializa en ejemplos concretos: la configuración redundante de generadores eléctricos y SAIs, la duplicación de enfriadoras, bombas o unidades de tratamiento de aire, las alimentaciones de respaldo para sistemas de detección de incendios, o las bombas de reserva en abastecimientos de agua.

No obstante, la redundancia conlleva importantes desafíos. Y es que los sistemas redundantes son significativamente más costosos tanto en instalación como en mantenimiento, ocupan un espacio físico considerable y aumentan la complejidad y el coste total de propiedad. Exigen, además, un mantenimiento riguroso y comprobaciones periódicas que garanticen una conmutación rápida y fiable cuando sea necesaria.

Para resolver esta cuestión, se pone actualmente el acento en la monitorización avanzada y la predicción de fallos, con el objetivo de simplificar los sistemas redundantes y hacerlos más eficientes. La idea es lograr una alta disponibilidad a través de una gestión inteligente que garantice la continuidad operativa sin incurrir en costes excesivos.

Por Juan Carlos Soria, ingeniero MEP sénior en el Dpto. de Arquitectura de Amusement Logic

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