Las atracciones de Magnicity «dan la bienvenida a más de 3 millones de visitantes cada año y ofrecen las mejores vistas y experiencias únicas desde lo alto de ciudades emblemáticas». La cita se refiere a restaurantes, cafés y establecimientos ubicados en las plantas más altas de distintos edificios, sobre los cielos de las ciudades de París, Berlín, Rotterdam y Chicago. Ahora, desde finales de 2024, la operadora y promotora del sector de la hostelería cuenta entre sus atracciones, en las plantas 57ª y 58ª de la Zalmhaven Toren de Rotterdam —la que con 59 plantas y 215 m de altura es la torre más alta de Países Bajos—, con una nueva: Celest Restaurant & Cocktail Bar.

«Una experiencia única de Rotterdam a la Luna (…) a través de la narración y un diseño espectacular», así resume Magnicity el carácter de su nuevo establecimiento, en este caso, un restaurante, un bar de cócteles y una tienda. Y es que, efectivamente, su diseño, es decir, el interiorismo de Celest Restaurant & Cocktail Bar, es magnífico, resultado del concienzudo trabajo del estudio de arquitectura Doepel Strijkers Architects.

En lo que respecta a la narrativa, alcanza altos vuelos de inspiración a partir de uno de los primeros relatos de la ciencia ficción moderna, el que cuenta el fantástico viaje a la Luna de «un tal Hans Pfaall». Sigamos pues dicho relato, pero tal como lo cuentan Doepel Strijkers Architects y no el autor original —que no es otro que Edgar Allan Poe— de La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall (Southern Literary Messenger, Richmond, Virginia, Estados Unidos, junio 1835).

En la primera planta de la Zalmhaven Toren, la recepción, que incluye guardarropía, aseos y una tienda, recibe al visitante con un ubicuo azul profundo, como si nos encontráramos… bueno, de hecho, nos encontramos a nivel del mar. O, como lo expresan sus artífices, «contemplando desde lejos los océanos de la Tierra». A partir de aquí, los invitados toman el ascensor a la planta 57ª. Al entrar en este, se encuentran con «una ventana redonda y una vista sobre Rotterdam». Entonces, al ascender, la vista de la ventana «cambia rápidamente» para revelar el viaje de 19 días en globo, de la Tierra a la Luna, que realiza Hans Pfaall en la ficción, aunque «condensado en 30 segundos». Los arquitectos consiguen el efecto mediante «animación interactiva, sonido [y] espejos».

En esa planta 57ª nos espera un bar de cócteles y nuevas experiencias —que se suman a la del viaje en el ascensor-globo. En la lista, un gran telescopio regala a quien mire a través de él «partes clave de la historia de Hans Phaall». Por si no fuera suficiente, al levantar la vista, nos encontramos con una Luna gigante —también interactiva, ya que los asistentes pueden hacerla rotar a voluntad para ver su lado oculto—, la cual gravita en el hueco que se abre a la planta superior, la 58ª. Sin embargo, el propio bar, es decir, su diseño de interior, sus colores, sus texturas, sus reflejos, su cambiante iluminación, merece también añadirse a la lista como una experiencia, la de vernos envueltos por un «paisaje lunar». ¿Y qué decir de la escalera que nos lleva a la planta superior? Bueno, dejamos que juzguéis vosotros a partir de las imágenes.

Un «gradiente circadiano» es lo que, según los diseñadores y arquitectos, nos espera arriba, en el restaurante, planta 58ª de la Zalmhaven Toren. De nuevo, los tonos oscuros nos envuelven en una especie de éter del que solo nos sentimos aterrizar por la iluminación gravitatoria que flota en cada uno de sus cuatro lados —de hecho, la experiencia es mucho más… eso, experiencia, por la noche. Y es que su diseño, que recorremos en «una vista de 360 grados», nos lleva suave y paralelamente, es decir, de forma circadiana, a lo largo del «transcurso del día y los colores de la luz». En ese recorrido encontramos los espacios íntimos del restaurante, o «cápsulas lunares». Su iluminación replica el gradiente de colores, «en un paisaje que refleja el paso del tiempo y se adapta constantemente al ciclo diario».

Pero la experiencia no termina aquí, una última… visión, diremos, despide a los comensales e invitados cuando se dirigen al ascensor-globo a retornar a la Tierra. Es lo que se conoce en astronomía como analema, en este caso el de la Luna: una representación de su posición en el cielo, si se observa y registra desde el mismo lugar, a la misma hora del día, todos los días del año, que resulta en una curva con forma de 8 tumbado. Al salir, nos damos cuenta de que hemos conocido una instancia más de esa tendencia que se describe bien con el binomio restaurante-experiencia —o restaurante & cóctel bar-experiencia.

Fuentes: Doepel Strijkers Architects, Celest Restaurant & Cocktail Bar, Magnicity.
Imágenes: Mathijs Labadie vía Doepel Strijkers Architects.

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