Published On: 19.06.2009|Categories: Noticias generales|

El equipo de cuidadores del Bioparc que dirige Miguel Casares ha logrado que el rinoceronte blanco llegado hace un año desde el clausurado zoo de Viveros empiece a superar sus traumas. El más evidente y que más llamaba la atención de los visitantes era la costumbre del animal de andar en círculo -marcando el perímetro del pequeño habitáculo en el que vivió durante 20 años en Viveros-. Lo hacía de manera repetitiva durante casi todo el tiempo que permanecía en el exterior de su nuevo y amplio cobijo.

A su llegada, los responsables del zoo lo daban casi por perdido y dudaban de que pudiera llegar a romper su círculo vicioso e integrarse en el grupo de su misma especie formado por dos hembras y un macho del nuevo zoo.

Hace unos meses los cuidadores empezaron a trabajar con Rómulo, que así se llama el rinoceronte, con una curiosa terapia de choque. Introdujeron en su cobijo obstáculos, como rocas y troncos, que le obligaran a desviarse de su trayectoria circular y «explorar» otros rincones del recinto, donde además pusieron excrementos de otros animales «para que perciba que hay otras especies alrededor». La terapia ha empezado a dar resultados y el rinoceronte blanco, una especie amenazada, ya se aventura por las grutas del cobijo y se acerca a beber agua al riachuelo.

«Estamos trabajando desde hace tiempo para romper la estereotipia y parece que empieza a reaccionar pero puede tardar mucho tiempo en recuperarse y socializarse con los de su especie», explica el director técnico de Rain Forest, Gonzalo Fernández Hoyo.

En julio se cumplirá un año del cierre del zoo de Viveros y del traslado de los animales al Bioparc. Allí sólo llegaron las especies africanas -chimpancés, orangutanes, el rinoceronte, un león y los hipopótamos-. El resto se reubicó en otros zoos.

El zoo de Valencia ya tiene a su Jean Goodall

El Bioparc presentó ayer el primer proyecto de conservación ex situ que llevará a cabo a través de la Fundación del Trópico impulsada por Rain Forest, gestora del zoo de Valencia y el de Fuengirola. El objetivo es financiar el trabajo de una investigadora española que trabaja con driles, una especie de primate muy amenazada, en una región de jungla de Nigeria. El parque destinará este año un euro de cada abono anual -el año pasado se hicieron 36.000 pases- a sufragar el trabajo de reintroducción de driles que coordina Ainere Idolaga. Los comparativos con la famosa etóloga Jean Goodall parecen inevitables.

Fuente: Levante

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