Un centro cultural único, un espacio para el arte y la cultura, pero también un refugio donde el diseño se inclina con reverencia ante la naturaleza. Ubicado sobre un hermoso conjunto de lagos, este centro cultural celebra tanto la riqueza natural del lugar como la sostenibilidad.

La madera, materia natural, es responsable de la calidez que emana del edificio. Al mismo tiempo, es el mejor vehículo para una conexión profunda con la naturaleza. Su belleza acogedora invita a los visitantes a la paz. Su textura y color se funden irremediablemente con el paisaje, en un constante diálogo entre interior y exterior. El visitante sentirá que el edificio ha «crecido» de la tierra como una especie de árbol.

El diseño del edificio se aleja de las líneas rectas y las formas geométricas rígidas, en una arquitectura orgánica que imita las formas fluidas y suaves de la naturaleza. Su estructura se adhiere a la topografía del terreno y abraza las curvas del paisaje. Las paredes ondulantes y los techos inclinados producen espacios interiores acogedores y funcionales.

El techo, sembrado de claraboyas, facilita el contacto directo con el cielo y crea así una atmósfera especial en los interiores. La luz natural, variable a lo largo del día, los inunda. La forma orgánica y curva de las claraboyas nace de las estructuras naturales, como las hojas de los árboles o las olas del agua. Cada una de ellas toma el pulso al paisaje y el paso del tiempo, y los cambios estacionales se reflejan en la atmósfera interior.